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hasta la ciudad de Taranto, en Otranto, siendo éste como era el litoral más
expuesto a los ataques. Y anota que 56 de ellas se encontraban ya en esta
ciudad en tanto que las 75 restantes permanecían en Castel Nuovo, pendientes
de ser trasladadas. Acerca de estas últimas, Quesada las agrupa en
función del calibre de cada pieza, y consigna su cantidad. En verdad, no es
la única referencia que encontramos acerca de transferencias de cañones entre
localidades, si bien es la más significativa, por afectar a un gran número
de piezas. En este sentido, el informe también refiere que un cañón de 52
libras de bala procedía del castillo de Capua, y otro cañón más de idénticas
características, junto a una media culebrina de 14 libras fueron llevadas de
Nápoles a Crotone en el año 1574.
El arsenal del reino napolitano contaba asimismo con algunas piezas
-en concreto 25- que procedían de incautaciones hechas a los otomanos en
diferentes escaramuzas. Se las menciona con el nombre de turquescas y,
al decir de Luis Collado, eran “feas y deffetuosas, aunque…de buena
liga”39. En el castillo de Manfredonia, había trece de este tipo, de diferente
tipología y calibres, que fueron tomadas en 1566; otras dos en el castillo de
la isla de Brindisi, cuyos detalles técnicos no facilita; siete más en la ciudad
de Gallipoli y tres en el castillo, de las cuales se limita a decir que son de
bronce. Además veinte bocas de fuego de Rossano pertenecían a “una naue
que se rompio a la marina”, pero no debía ser otomana pues en tal caso, se
hubiera empleado esa denominación genérica.
Fenicia ya había señalado que la amplia heterogeneidad de tipos y
calibres debieron provocar serias dificultades de abastecimiento de proyectiles,
para disponer de los adecuados a cada pieza40. Autores hubo en
el siglo XVI que sugirieron introducir una homologación en las piezas y
munición, esta última expresada indistintamente con los términos de ‘bala’
o ‘pelota’ en la documentación de la época. Como se observa en la siguiente
tabla, las bocas de fuego con mayor diversidad de diámetros eran los
cañones, seguidos por culebrinas, sacres, medias culebrinas, medios cañones,
esmeriles, falconetes, cuartos de cañón, medios sacres y mosquetes.
Las restantes presentan una menor variedad, con una o dos opciones a lo
sumo. No obstante, pese a todo, puede observarse la repetición de ciertos
calibres más habituales para las piezas, como se muestra en la tabla nº 2.
En verdad, se trataba de una demanda común entre los profesionales de
este Arma solicitar esa homogeneización, la cual se plasmó en distintas
normativas reales. A finales del siglo XVI, puede constatarse la existencia
39 González Castrillo, 2014: 50.
40 Fenicia, 2003: 68.
Revista de Historia Militar, 127 (2020), pp. 94-114. ISSN: 0482-5748