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20 ZOLTÁN PÉTER BAGI
soldados, aunque Rodolfo II condenó en un decreto a pena de muerte por
ahogamiento en agua a las mujeres que siguieran a sus maridos a la batalla.
28 La vida de las mujeres en el campamento era dura, ya que tenían que
participar en el sostenimiento de la familia, criar a los hijos y muchas veces
dar a luz a los nuevos miembros de la familia en el campamento.29 Según
una interesante noticia del Fuggerzeitung, uno de los soldados del regimiento
Madruzzo durante la fase de preparación para desplegar en el campo de
batalla húngaro, un tal Daniel Burghammer, dió a luz a una niña en mayo
de 1601. El soldado, casado desde hacía siete años, confesó que nació como
hermafrodita pero sus padres le bautizaron como hijo. Más tarde, fue aprendiz
de un hererro, y luego se alistó como mercenario y luchó en los Países
Bajos y en el Reino Húngaro. Confesó que el año anterior había mantenido
relaciones carnales con un soldado español quedando embarazada. También
juró que nunca mantenía relaciones sexuales con su esposa.30
Tras revisar estos peligros sanitarios, no es sorprendente que los órganos
administrativos de las cortes de París y Viena, al ver la prolongación de
la guerra contra el Imperio Otomano, consideraran necesario asignar cirujanos
a las tropas,31 nombrar dos médicos y un farmaceútico residentes en los
campamentos,32 tolerar las actividades de cuidado no muy profesionales de
las mujeres de soldados,33 pero, sobre todo, fundar hospitales de campaña
para curar a los soldados.
En su carta ya citada del 2 de septiembre de 1594, Geizkofler aconsejó
a Rodolfo II emprender negociaciones para crear hospitales fuera de Viena,
dedicados a los heridos y enfermos que volvieran del campo de batalla, y ponerse
de acuerdo sobre el proceso para su fundación y el número necesario de
estas instituciones. El interventor Imperial opinaba que era urgente designar
28 Héjja, 1936, p. 115.
29 Sobre las mujeres que vivían en los campamentos militares, véase: Bagi, 2011, p. 191-200.
Sobre las embarazadas en el campamento: Stauffer, 1886, p. 278-279, 291. La presencia de las
mujeres en los campamentos militares era cotidiano y aceptado para los contemporáneos en la
Gran Guerra Turca. En su carta al procurador principal de la provincia de Árva, György Thruzó
de Bethlenfalva, Ferenc Dersfyy no encontró nada de extrañar en este fenómeno, notando que
«Con los alemanes, que tampoco suele ser de otra manera, vienen muchas mujeres». No obstante,
su otra observación probablemente le escandalizó mucho más, ya que notaba que «... muchos
caballeros guapos de los italianos vivían uno con el otro, a su manera». Pálffy, 1997, p. 149.
30 Klarwill, Victor: Fugger-Zeitungen. Ungedruckte Briefe an das Haus aus den Jahren 1568-
1605. Ed. Rikola, Wien–Leipzig–München, 1923, p. 234-235.
31 Bagi, 2011, p. 71., 85., 145-146.
32 En 1596 y en 1597, dos médicos de campaña y un apotecario (Feldapotheker) fueron encargados
con la curación de los soldados heridos o enfermos por plagas. Del año de la batalla
de Mezőkeresztes, tenemos los datos de tres personas que curaban en la campaña: los médicos
Tobias Coberus y Paul Perghauer, y el apotecario Jakob Meckenhausen. ÖStA KA AFA
1596/12/ad6f; Pálffy, 1997, p. 52.
33 Dinges, 1996, 94-95.
Revista de Historia Militar, 127 (2020), pp. 20-40. ISSN: 0482-5748