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grave de Illanes era que Eisgarn obraba por su propio interés en el cargo; es
decir, malversaba los fondos delegados a su cuidado.
Al mismo tiempo, el sacerdote español intentaba subrayar su actividad
beneficiosa en la misma petición. A final es de 1597, Illanes pidió el apoyo
de la Santa Sede a través del cardenal Madruzzo para su causa. Gracias a estas
conexiones, la Orden de las Minoritas prestó seis hermanas al servicio de
su causa, y los franciscanos también le ayudaron con seis clérigos. Además,
la Orden de las Hermanas de Juana también contribuyó con 12 personas al
cuidado de los soldados heridos y enfermos. La Orden de los Jesuitas, por su
parte, ofreció mandar a los campamentos sacerdotes que hablaran húngaro,
checo y alemán, para poder consolar a los enfermos en su lengua materna, y,
de ser necesario, administrar los sacramentos. Como vimos anteriormente,
Eisgarn rechazó los servicios de casi todos estos religiosos. Al mismo tiempo,
las doce sirvientas contratadas para el hospital y los demás sirvientes no querían
quedarse, ya que Esigarn casi siempre retenía su sueldo.
Con la petición anteriormente mencionada, Illanes también obtuvo
aprobación papal de que todos los bienes muebles dejados atrás por las tropas
del Vaticano en el Reino de Hungría después de 1595, pasaran a la propiedad
del hospital de campaña.
Finalmente, el Emperador designó Pozsony como sede del hospital
de campaña; de esta manera, sólo era necesario mantener cuatro o cinco
tiendas de campaña para la asistencia médica en el campo de batalla, desde
donde era posible transportar con rapidez a los soldados heridos por tierra
o agua. Illanes también negoció con los consejeros de la ciudad, quienes
prometieron donar una casa para la causa, y también un espacio vacío donde
fuera posible montar más tiendas de campaña. Además, ofrecieron, sin contraprestaciones,
paja para la cama de los soldados, heno para la alimentación
de los caballos y leña. Pero resultó que los consejeros de Pozsony olvidaron
tramitar la ayuda prometida; quizá debido a que el mismo año, los soldados
valones también fueron asistidos en el hospital de la ciudad y su estancia
financiada con dinero de la comunidad local.93
Aparte de estas observaciones y acciones, Illanes también presentó
propuestas para organizar el nuevo hospital, esta vez sólo siguiendo sus
propias ideas. Para él, solamente se necesitaba la colaboración de doce sacerdotes
y la buena voluntad de los súbditos de la Monarquía de los Habsburgo
para crear, en lugar del hospital clausurado, una institución nueva y
mejorada. El nuevo hospital requeriría una dirección firme y austera, dejando
los asuntos financieros en mano de una persona fiable y preparada. Los
93 ÖStA KA HKRA Prag 1597 No. 9.
Revista de Historia Militar, 127 (2020), pp. 36-40. ISSN: 0482-5748