TEMAS GENERALES
asentistas, y al declarar de nuevo la guerra estaban los almacenes vacíos, los
navíos medio podridos, los oficiales descontentos y sin marineros.»
Otra muestra del estado del Arsenal de Ferrol fue la falta de pólvora en sus
almacenes para aprovisionar a los navíos españoles y franceses, por lo que
hubo que recurrir al Ejército, que tampoco pudo completar toda la que se
necesitaba; la pólvora resultó ser de mala calidad, y de hecho en Cádiz, tres
días antes de la salida a la mar, Gravina solicitó al Arsenal pruebas para verifi-car
que tenía la potencia de ordenanza, que no pudieron realizarse por la
premura de tiempo.
Por su parte, en el Arsenal de La Carraca existía una gran escasez de caño-nes;
en el informe que se rendía en abril de 1805 sobre los once navíos arma-dos
allí, se detallaba que faltaban para su total armamento, de acuerdo con el
Reglamento de Artillería, 248 cañones de a 36, 95 de a 24, 34 obuses de a 36
y 132 de a 24, con sus granadas correspondientes, así como 14.200 balas de a
36 y 1.536 palanquetas de a 36 (de los navíos, ocho eran de 80 cañones, uno
de 118, uno de 100 y otro de 60).
Para aumentar la presión sobre el Arsenal, cuando Villeneuve entra con la
escuadra en Cádiz el 19 de agosto, lo primero que hace es pedir el suministro
de raciones, pólvora, municiones y pertrechos, así como el reemplazo de
jarcias. El príncipe de la Paz dio inmediatamente la orden de poner a disposi-ción
del almirante francés todos los recursos de La Carraca, pero el intendente
de Marina de Cádiz y el comandante de Artillería rehusaron obedecer sus
instrucciones, contestando que no saldría ningún artículo de sus almacenes si
el almirante no hacía que se abonase previamente su importe, y no mediante
un acuerdo con París ni en papel moneda, sino en dinero efectivo (10).
El Arsenal de Cartagena, donde hubo que armar ocho de los navíos que
España aportaba a la escuadra combinada, presentaba un estado igualmente
calamitoso. Cuando en enero de 1805 Godoy le pasó al capitán general del
Departamento la orden de armar y aprovisionar los navíos, este le remitió al
secretario de Marina un oficio en el que le exponía las dificultades para
cumplirla: «Nadie mejor que VE sabe la escasez de caudales con que se halla
este Departamento; no ha podido jamás realizarse el pago corriente de las
consignaciones medias, y por consecuencia, menos el de las enteras y extraor-dinarias,
para armamentos y pagos de asignaciones. Sin que esto proceda es
imposible verificar nada, quedando ilusas todas las medidas».
(10) JURIEN DE LA GRAVIÈRE, E.: Guerres maritimes sous la République et l’Empire, Tomo 2,
París, 1879.
656 Mayo