TEMAS GENERALES
misionera a dominicos, franciscanos y agustinos, que tal vez le ofrecían más
confianza. Más tarde, incluyó también a los jesuitas, provocando la reclama-ción
de carmelitas, trinitarios y mercedarios.
Durante el siglo XVI, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz introdu-cirán
profundas reformas en el seno de la Orden, dando origen a los carmelitas
descalzos y a las primeras comunidades femeninas. En la década de los seten-ta,
el padre Jerónimo Gracián, visitador y discípulo de Teresa de Jesús y con
gran influencia en la Corona, no solo prohibió el paso a América de los
carmelitas calzados al no haber sido reformados, sino que hizo regresar a
los que allí se encontraban.
En 1602 partió de Acapulco una expedición exploradora con destino a
California, donde embarcaron tres religiosos carmelitas descalzos como cape-llanes;
uno de ellos era fray Antonio de la Ascensión, cosmógrafo y que había
sido piloto en la Carrera de Indias antes de vestir el hábito. Cuenta la crónica
de la expedición que «salió la Armada el domingo 5 de mayo, llevando por
Patrona a Nuestra Señora del Carmen, a la cual se embarcó en procesión,
haciendo salvas de artillería y mosquetería…». Fray Antonio impuso el esca-pulario
a los doscientos expedicionarios y consagró aquellos territorios a la
Virgen del Carmen.
En los reinos españoles de Italia también se profesaba gran devoción a esta
Virgen. En la expedición que partió en 1607 bajo el mando del duque de Osuna,
virrey de Sicilia, para combatir a la Media Luna, los participantes se postraron a
los pies de la Virgen del Carmelo venerada en Trapani (Sicilia) (15). Esta
imagen parece que fue una de las dos que se encontraban en el convento
palestino del Monte Carmelo. La otra, llamada la Bruna por su color oscuro,
se venera actualmente en Nápoles. Los frailes carmelitas la habrían traído
consigo cuando abandonaron su convento en Tierra Santa en su forzada
emigración a Europa; se trata con seguridad de una obra del siglo XIII y, una
vez restaurada, se comprobó que la suciedad la había hecho parecer negra,
pero su nombre no ha sido cambiado (16).
Al igual que el duque de Osuna, destacados marinos se encontraban ínti-mamente
vinculados a la veneración y culto a la Virgen del Carmen. Ya en el
siglo XVIII tenemos la figura del mallorquín teniente general Antonio Barceló,
hombre de mar, de extraordinario arrojo y pericia marinera, que alcanzó el
rango más alto de la Marina partiendo de simple marinero. Con su flota de
jabeques fue el terror de los piratas berberiscos que asolaban las costas levan-tinas
y baleares, llevándose a miles de cautivos. Era un gran devoto de la
Virgen del Carmen, a la que tuvo por celestial patrona. Se cuenta que mandan-do
los jabeques reales como capitán de fragata entronizó solemnemente una
(15) BLANCA CARLIER, J. M.: La Marina en Cádiz. (Apuntes históricos). Cádiz, 1987, p. 196.
(16) MARTÍNEZ CARRETERO, I.: op. cit., pp. 776-777.
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