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LAS ISLAS Y PEÑONES
UN DÍA EN LOS PRESIDIOS MENORES DE ÁFRICA:
PRESENCIA PERMANENTE
Luis Moro Alonso | Teniente coronel de Artillería DEM
En el año 2021 podríamos admitir
como cierto que todos los militares
sabemos de la existencia de islas y
peñones de soberanía nacional en el
norte de África. Sin embargo, también
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nos resultaría fácil aceptar que
pocos militares destinados en la península
ubicarían correctamente en
el mapa el peñón de Vélez de la Gomera,
el peñón de Alhucemas o las
islas del archipiélago de Chafarinas.
Para los destinados en Melilla las islas
y peñones forman parte de nuestro
día a día, y cuanto más sabes de
ellas, más interés despiertan. ¿Desde
cuándo estamos desplegados en
estos enclaves? ¿En qué condiciones
se ha vivido allí? ¿Cuál es el presente
y futuro de estas islas y peñones?
Los melillenses todavía recuerdan
los actos y construcciones conmemorativas
que se hicieron en
Melilla para celebrar los quinientos
años de la llegada de D. Pedro
de Estopiñán y Virués (1497), que
en nombre de los Reyes Católicos
tomaba esta medina musulmana.
Tuvo lugar apenas cinco años después
del descubrimiento de América
y antes de que se uniesen todos
los reinos de España (Navarra
en 1512). Estamos en una época
en que la conquista de Granada
(1492) y la expulsión de los moriscos
(1501) de la península todavía
eran muy recientes y la integridad
del territorio no estaba garantizada.
España estaba naciendo como
país y aprovechando el empuje de
los ejércitos formados con motivo
de la reconquista para consolidar
su posición y aumentar su influencia
en el mundo. A pesar de
la expulsión de los musulmanes
de la península, el peligro acechaba
desde la costa africana, donde
los berberiscos habían formado
nidos de corsarios que aprovechaban
las reducidas distancias de
navegación del mar de Alborán y
sus veloces embarcaciones («fustas
») para mantener una continua
actividad pirática contra las costas
andaluzas y de levante y el pequeño
comercio marítimo de aquella
época. En aquel momento no eran
una amenaza real al reino, pero sí
un continuo castigo a la población
y sus posesiones.