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nuestras Fuerzas Armadas, que trabaja
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codo con codo con las capacidades
complementarias del Ejército
de Tierra, la Armada y el Ejército del
Aire, cumpliendo su misión permanente
de proporcionar inteligencia
de señales en beneficio de la cadena
operativa en la que se integra.
Con tal fin, el REW 32 actúa como un
centinela silencioso; centinela que
cumple su guardia, siempre alerta
ante un silencio fuera de lo normal,
un sonido extraño en medio de la noche,
un pequeño chasquido provocado
por un descuido del atacante.
Un indicio que nos anuncia que algo
pasa o que hay un peligro, ya sea
para nuestros intereses nacionales,
el bienestar de nuestros ciudadanos
o la protección de nuestra Fuerza.
Comparte, por tanto, con las unidades
del MCANA la misión operativa
de vigilancia y presencia de nuestros
espacios de interés, en nuestro caso
en el espacio electromagnético.
LOS COMBATIENTES DEL
REW 32
Para cumplir esta misión, sin duda
se precisa disponer de unos medios
adecuados, avanzados tecnológicamente
y en permanente evolución,
para adaptarse al ritmo de cambio
y dependencia relacionado con las
tecnológicas de la información y telecomunicación.
Sin embargo, aún
más importante es saber buscar y
encontrar «la aguja en un pajar» que
supone identificar como de interés
una emisión de energía en el espacio;
algo que solo un personal altamente
motivado y preparado es capaz de
realizar con éxito.
Por ello, hablar de la misión permanente
del REW 32 es hablar de su personal,
centinelas apostados en el silencio
de la noche que escrudiñan ese
espacio electromagnético que cubre
millones de kilómetros cuadrados. Es
hablar de sus operadores, supervisores
y analistas, pero también de sus
equipos de mantenimiento, que permiten
que el sistema de armas esté
operativo las veinticuatro horas del
Trabajo de equipos de mantenimiento
día durante los trescientos sesenta y
cinco días al año, y del personal administrativo
y de apoyo. Ellos son los
combatientes del REW 32, hombres
y mujeres que basan su eficacia en la
pericia, preparación y total compromiso
con la misión encomendada.
En «primera línea» de combate encontramos
a nuestros operadores:
suboficiales y personal de tropa
permanente que acumulan años de
experiencia en el manejo de su armamento,
sus sistemas de guerra
electrónica. El operador encarna la
esencia de ese centinela que escudriña
e interpreta cualquier indicio,
realiza la primera interpretación de la
situación y aporta con sus análisis los
elementos de juicio sobre los que el
mando pueda fundamentar sus decisiones,
gracias a una información
oportuna y fiable, en tiempo real. Sin
ellos, sería imposible discriminar lo
importante, priorizar los medios de
nuestros sistemas de armas y centrarnos
en lo que de verdad importa
para cumplir la misión.
Además, han de estar desplegados;
para maximizar las capacidades
tecnológicas, la actuación en pequeños
equipos, la iniciativa y el liderazgo
son indispensables. Aquí cobra
especial importancia la labor de los
supervisores. El supervisor, como
operador más experimentado, es la
«segunda línea» que da cohesión y
dirige a los operadores proporcionándoles
la seguridad de su saber
hacer, de sus años de servicio y de
su liderazgo, priorizando las tareas,
tomando decisiones que pueden ser
transcendentales y vigilando la operatividad
y seguridad de los sistemas
a su cargo. El puesto de supervisor
lo ocupan aquellos suboficiales que,
tras largos años de combate en la primera
línea de operación, acumulan
una experiencia tal que les permite,
con una simple mirada a las pantallas
de los sensores, ser capaces de
integrar la información y activar una
alerta o identificar una avería.
Pero de poco serviría obtener la cantidad
ingente de información que el
espacio electromagnético nos brinda,
y que se acumula en millones en
las bases de datos, si el REW 32 no
dispusiera además de la capacidad
de análisis que permita transformar