Las islas Chafarinas también se
caracterizaban por tener un faro,
que se inauguró en 1899 y que sigue
hoy en funcionamiento dependiendo
de la autoridad portuaria
de Melilla, y una estación de biólogos,
no ocupada en permanencia,
del Organismo Autónomo de
Parques Nacionales (OAPN). Estas
circunstancias hacen que, por diferentes
publicaciones científicas y
en el ámbito marino, las islas Chafarinas
sean más conocidas y tengan
de nuevo un aire diferenciado,
más abierto, que los otros «presidios
menores».
Un día en las islas Chafarinas también
se regía por un permanente
racionamiento, sobre todo de agua,
pero la mayor cercanía a Melilla y el
comercio con los vecinos de cabo
de Aguas, con los que se mantenía
un «comercio atípico» de alimentos
y abastecimiento de agua y leña, a
pesar de la prohibición de comercio
oficial, hacía menos austera la
estancia. Además, la tecnología
de mediados del siglo xix permitía
otras capacidades de construcción
y supervivencia ya desde las primeras
edificaciones tras la ocupación.
Todo ello propiciaba tener una vida
más soportable, aunque no para
los presidiarios, que se utilizaban
de mano de obra y a los que se les
aplicaban las penurias correspondientes
a su condena.
Ya en tiempos más próximos, finales
del siglo xix y principios del xx,
la población, tanto militar como
civil y penal, se fue reduciendo y,
entre el establecimiento del protectorado
español en el norte de
África (1912) y la independencia
de Marruecos (1956), la población
de los peñones se redujo a una pequeña
guarnición militar asignada
a Unidades de la Comandancia
General de Melilla4. En esta última
época, y salvando el avance del
progreso y las capacidades que la
tecnología ha ido incorporando, la
vida cotidiana en islas y peñones
ha cambiado poco. Si bien los helicópteros
garantizan los abastecimientos
y evacuaciones, está la telemedicina
y el apoyo sanitario que
da un enfermero y hay suficiente
espacio para aljibes y almacenes
con reservas que permiten garantía
de recursos, lo que cambia
sobremanera la incertidumbre y
escasez de antaño, pues el sentimiento
de aislamiento continúa.
El escaso espacio, instalaciones
y conexión para practicar las actividades
deportivas y de ocio a las
que estamos acostumbrados, nos
lleva, después de los primeros días
de novedad, a la monotonía. En los
puestos de vigilancia y las patrullas
propias de la misión, el romper
permanente de las olas, imponente
en días de temporal, y el graznar
de las gaviotas son en muchas
ocasiones los únicos sonidos que
rompen el silencio y la paz de unos
territorios que respiran historias
de españoles en cada roca.
Hoy, la dependencia administrativa
de las islas y peñones es del Ministerio
de Defensa y la responsabilidad
de mantener la presencia en
estos tan peculiares territorios españoles
es del JEMAD, quien delega
en su comandante del Mando
de Operaciones (CMOPS), que a
Chafarinas
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