La actitud de los gobernantes españoles
frente a esta situación fue conquistar
puntos clave en la costa vecina,
como fue el caso de Melilla y del
peñón de Vélez. Este último fue tomado
en 1512 por una escuadra al mando
de Pedro Navarro, que en aquel
entonces era un peñón muy próximo
a costa1 en el cual había una fortaleza
que servía de guarida de piratas que
corrían el Mediterráneo. Desde entonces,
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salvo un período entre 1522
y 1564 en que fue recuperado por los
musulmanes, este peñón ha sido territorio
nacional guarnecido por tropas
españolas que han mantenido
enarbolada la bandera durante más
de cinco siglos a pesar de los múltiples
asedios, epidemias, terremotos,
intentos de fuga y revueltas internas
de los presidiarios, e incluso proyectos
de abandono.
El peñón de Alhucemas no se ocuparía
hasta un siglo después y en diferentes
circunstancias, contribuyendo
también a controlar la piratería
en la bahía de Alhucemas. Fue por el
año 1560 cuando el emir de la zona
se alió con Felipe II contra los turcos
y le cedió algunos territorios entre
Ceuta y Melilla para mejor vigilancia
de los movimientos otomanos. Entre
ellos estaba el peñón de Alhucemas
y los islotes de Mar y Tierra, que sin
embargo no serían ocupados hasta
el año 1673, cuando el marino español
príncipe de Monte Sacro en
labores de vigilancia de la costa, al
ver que se había edificado en el peñón
un imponente castillo, lo asaltó
a cañonazos. Desde entonces está
ocupado por una guarnición militar
que ha seguido vicisitudes muy similares
al peñón de Vélez, enclaves
españoles dependientes totalmente
del abastecimiento externo para
subsistir.
Mención aparte merece el archipiélago
de las islas Chafarinas, macizo
volcánico cuya ocupación por el general
Serrano en 1848 se ambienta
en un muy diferente escenario
geopolítico, en un período en el que
las potencias continentales hacían
movimientos estratégicos para el
control del comercio marítimo e influencia
en los territorios del norte de
África. El valor para España de estas
islas era básicamente para reforzar
la posición española en África frente
a las pretensiones francesas, su
uso como puerto refugio para Melilla
(para lo que ya había sido utilizado
en épocas anteriores) y contribuir al
control del estrecho. Las islas estaban
inhabitadas2, por lo que su ocupación
fue incruenta, y únicamente
se usaban las aguas aledañas para
pesca y como refugio para fondear
barcos los días de mala mar. A partir
de ese año 1848, en la isla principal
de las tres, conocida como «Isabel
II», siempre ha existido una guarnición
militar que reafirma la soberanía
del archipiélago.
La vida en los peñones de Alhucemas
y Vélez siempre se caracterizó
por su dureza y privaciones, no solo
por los problemas de suministro debido
a temporales y épocas de falta
de atención por parte de las autoridades
de la península, sino también
por la superpoblación de los
mismos. A falta de otro cometido o
utilidad, los peñones se convirtieron
en presidios que, según las épocas,
albergaron gran cantidad de presidiarios
y desterrados. A estos habitantes
forzosos hay que sumar los
miembros de la guarnición y sus
familias, empleados estatales y comerciantes.
Aunque es difícil establecer
un censo en los primeros siglos
de pertenencia a España de los
peñones por los notables aumentos
y disminuciones de la guarnición y
Cronograma gráfico