revista de aeronáutica y astronáutica / julio-agosto 2020
el Ala 31 en el Destacamento Marfil 561
jetivo de tomar la capital, Bamako.
Un mes antes, en diciembre de
2012, el Consejo de Seguridad de
la ONU autorizaba, mediante una
resolución impulsada por Francia,
el envío de una misión militar de
apoyo a Mali y liderada por África
(AFISMA). No había pasado ni un
mes cuando Francia lanzó la que
se llamó Operación Serval, con el
mismo objetivo de reestablecer el
orden constitucional del país. En
este marco establecido
por la ONU, y en apoyo
de las tropas francesas,
España decidió enviar
un destacamento
aéreo táctico a dicha
operación, ubicándolo
en Dakar.
A lo largo de estos
años, el diseño de las
misiones para el Hercules
español ha sufrido
modificaciones en
aras de la optimización
de su uso. Así, al
inicio de la campaña,
el perfil de los vuelos
encomendados era de
largos trayectos con
apenas una noche fuera
de Dakar, bien por
inmadurez de la misión
o por el estado de la
misma. Por ejemplo, era habitual
encontrar como destino Yamena
(Chad). Teniendo en cuenta que
la distancia entre Dakar y Yamena
es similar a la existente entre Madrid
y Moscú, es fácil imaginar que
se trataba de vuelos largos pero
relajados. Aquellas misiones contrastan
con las que últimamente se
venían ordenando. La tendencia
varió, y la habitual era la de llevar a
cabo minidestacamentos de entre
tres y cinco días, con sede normalmente
en Niamey (Níger) y desde
allá realizar saltos a los diferentes
campos de Mali. Estos trayectos no
superaban los 90 minutos de duración,
con lo que a lo largo de una
jornada la tripulación podía llegar
a realizar hasta cinco saltos. Este
hecho, sumado a las condiciones
meteorológicas (temperaturas de
hasta 45 ºC, tormentas tropicales
en altura y de arena en tierra, etc.)
y al entorno (vuelos visuales con
reducciones de visibilidad habituales
y a la amenaza insurgente),
hace adivinar que el estrés para la
tripulación se había elevado exponencialmente.
El cansancio se podía
palpar con el paso de las horas
del día y con el paso de los días de
destacamento.
En resumen, misiones en pleno
desierto, con temperaturas exteriores
extremas, que sumadas a la descargas
con motores en marcha en
campos como Tessalit o Tombuctú
(ambos en Mali) elevaba la temperatura
a niveles infernales, bajo la
amenaza continua de ataque terrorista,
teniendo que abandonar
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