VIVIDO Y CONTADO
La crisis era una oportunidad —«nunca desperdicies una crisis»—; podíamos
modificar la Ley Orgánica de la Defensa Nacional, retocar el papel del
JEMAD, desarrollar un documento de objetivos a largo plazo, para 2025…
solucionar el problema de los impagos de los programas militares de armamento,
concentrar los esfuerzos de sostenibilidad en la fuerza necesaria, estudiar
el futuro de la sostenibilidad de las fuerzas Armadas, mejorar las condiciones
de vida de los militares —código disciplinario, apoyo a la mujer,
formación— y, sobre todo, mantener claro que la «fuerza es la razón de ser de
las fuerzas Armadas», entendiendo por fuerza lo definido en nuestra doctrina
cuando divide las fuerzas Armadas en Cuartel General (de los jefes de Estado
Mayor), fuerza y Apoyo a la fuerza.
Las ideas volaban, pero sobre todo, a pesar de la crisis financiera —que era
la principal amenaza para España y que debíamos contribuir con todas nuestras
fuerzas a superar—, teníamos que conseguir unas fuerzas Armadas más
sostenibles, más operativas y con más visibilidad internacional.
Un buen molino de viento a batir. Tomamos lanza y adarga, nos remangamos
la camisa y nos pusimos en marcha.
118 Enero-feb.