TEMAS GENERALES
ciones de presión y salinidad para las que no fue diseñada. Esto obliga a tratarlas
como «inestables», ya que muchas de las características del explosivo militar,
como es precisamente su estabilidad, se van degradando con el tiempo.
La puesta en seguro, el traslado a zonas cuya neutralización supone un
riesgo mucho menor, la aplicación de técnicas y herramientas específicas que
permitan evitar el riesgo de detonación no deseada, la separación de componentes
o la interrupción del proceso de iniciación, normalmente mediante el
uso de cargas explosivas especiales y de pequeño tamaño, o bien conseguir
que el alto explosivo que contiene se «queme bajo el agua» sin detonar, son
opciones mucho más complejas que la detonación y exigen una formación
sólida, una doctrina específica, un adiestramiento completo, una disponibilidad
permanente, así como el empleo de equipos y sistemas que permitan
minimizar el riesgo para el personal implicado, es decir, alejar en lo posible al
operador del artefacto. El personal EOD de la Armada ha hecho posible que,
empleando estas cargas especiales y con gran pericia en su colocación, se
hayan conseguido altos porcentajes de éxito en estas técnicas, incluso con
municiones de gran calibre.
Como resulta obvio, las actuaciones EOD en el ámbito marítimo tienen
una mayor complejidad, pues requieren más elaboración, ya que combinan
dos actividades de riesgo, el buceo y el manejo de explosivos, y por tanto
demandan que la Armada, responsable exclusiva de estas intervenciones en
nuestro litoral, mantenga sus EDE en un elevado grado de alistamiento operativo.
Munición real encontrada en el fondo marino y los resultados tras aplicar dos cargas especiales.
Antecedentes históricos
El empleo militar de personal especializado en labores de desactivado de
explosivos se remonta a la necesidad de contrarrestar la evolución tecnológica
perversa que se produjo durante la Primera Guerra Mundial, cuando la
producción masiva de municion derivó en numerosos defectos de fabricación,
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