o la tentación, de designar todo como liderazgo, de que cualquier acción o
función que implique dirigir se designe como liderazgo. Y entonces el concep-to
mando, ¿ha sido suprimido como antes apuntábamos? Y si es así, ¿de qué
hablamos cuando hablamos de mandar?
En este entramado, dónde queda entonces el ejercicio del mando, la más
alta y compleja función que puede llegar a tener que desempeñar un oficial, la
más difícil responsabilidad que puede llegar a tener que asumir. ¿Podemos
pues aceptar que el comandante lidera? Considerando todo lo anterior, y desde
un punto de vista meramente funcional, es obvio que el comandante lidera
desde el momento en que es el responsable último del funcionamiento de su
unidad.
El comandante, en el ejercicio del mando de buque o unidad de Infantería
de Marina, tiene la insoslayable responsabilidad de asegurar la preparación
táctica y logística de su unidad y de garantizar la moral y bienestar de su
dotación. ¿Se convierte en un líder si esto lo consigue en un nivel aceptable
durante su período de ejerci-cio
de mando? No, sería mi
respuesta.
La más que razonable dife-rencia
entre Liderazgo y
Mando no ha escapado a estu-diosos
del tema como John
Keegan —autor de The Mask
of Command— más aún
considerando que lo hace
sobre figuras notables de la
Historia Militar, de la guerra.
Este autor apunta que el «líder
exitoso es la persona que ha
entendido y considerado las
obligaciones del mando y ha
sabido cómo afrontarlas y
cumplir con ellas». Estas
necesidades u obligaciones no
son muchas.
La necesidad de crear
afinidad. El ejercicio del
mando es una tarea solitaria,
«la soledad del mando» se
dice, pero es que así debe ser.
Sin embargo, el comandante
debe articular el modo de
aproximarse y dirigirse, y por
TEMAS PROFESIONALES
Ernest Shackleton, ejemplo paradigmático
de jefe y de líder
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