Membrillo de Novales F.J.
TERCERA FASE. PRIMEROS CASOS EN EL HCDGU
El 6 de marzo de 2020 los dos primeros pacientes ingresados
en el HCDGU dieron positivo a SARS-CoV-2 y fueron traslada-dos
a la UAAN. Se decidió la utilización de las habitaciones de
aislamiento estándar, al tratarse de una enfermedad transmisible
por gotas. El mando decidió no activar la UAAN propiamente
dicha de acuerdo con lo especificado en la IT 5/2018 (14), sino
que la atención quedó bajo el mando de la estructura orgánica
del HCDGU.
Ante la falta de tratamientos aprobados, inicialmente se si-guieron
las guías nacionales de tratamiento del Ministerio de Sa-nidad
(18), en las que la sección de Infecciosas había participado
a través de su colaboración con el Grupo de Estudio de Patología
Importada (GEPI) de la la Sociedad Española de Enfermedades
Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Esas directrices
sugirieron inicialmente el tratamiento fuera de etiqueta con
lopinavir-ritonavir y interferón beta, y el uso experimental de
remdesivir para neumonías graves. Sin embargo, nueva eviden-cia
apareció sobre otros medicamentos con actividad antiviral
potencial contra SARS-CoV-2, pero el protocolo nacional no se
actualizó. La AEMPS y el laboratorio investigador restringieron
Remdesivir a pacientes con ventilación mecánica, por lo que era
necesario ampliar el espectro de medicamentos utilizados para
tratar a ciertos pacientes. Se iniciaron por tanto, basado en el
protocolo previo de MERS-CoV y en la escasa evidencia que ha-bía
disponible en la literatura (la mayor parte de ella en formato
preprint, pendiente por tanto de revisión por pares y que debe
siempre interpretarse con máxima prudencia) el empleo de otros
fármacos fuera de ficha técnica. Durante la pandemia y hasta la
fecha se emplearían cloroquina, hidroxicloroquina, azitromici-na,
esteroides, tocilizumab, baricitinib, anakinra y heparinas de
bajo peso molecular.
El crecimiento de las necesidades de hospitalización fue ex-ponencial
(gráfica 1). En pocos días fue preciso ampliar el nú-mero
de médicos dedicados a la atención de los pacientes de la
sección de Infecciosas, la cancelación de las consultas externas
no urgentes, el cierre del programa PROA y la asunción de las
interconsultas de enfermedades infecciosas. La modesta capaci-dad
de la Unidad NRBQ-I, de la Sección de Infecciosas y de la
planta 22 del HCDGU estaba desbordada.
CUARTA FASE. TRANSFORMACIÓN DE LA
ESTRUCTURA DEL HCDGU
Ya citábamos previamente a los teóricos de la estrategia. La
utilidad de los planes para la batalla, junto a la imposibilidad de
seguirlos al pie de la letra tras el inicio de las hostilidades, han
sido tratados en muchos escritos. Y decía en la misma línea Von
Clasewitz que «Cuando dos ejércitos entran en combate, aparecen
elementos no considerados o que se comportan de manera distin-ta
a la planeada (lo que se denomina fricción). La batalla es algo
dinámico, y los mandos deben saber adaptarse a las circunstan-cias.
Además, contar con una reserva estratégica permite atender
situaciones imprevistas y desequilibrar una lucha indecisa.» (19).
La capacidad de hospitalización de la UAAN, como de-cíamos,
quedó rápidamente sobrepasada, al igual que en otras
88 Sanid. mil. 2020; 76 (2)
Gráfico. Hospitalización COVID-19 en el Hospital Central de la
Defensa «Gómez Ulla».
UAAN de nuestro entorno (inicialmente, la Comunidad de Ma-drid
agrupó a todos sus pacientes en la UAAN del Hospital La
Paz-Carlos III, pero en pocos días decidió su cierre y el traslado
de todos sus pacientes al Hospital La Paz (20), y posteriormen-te
la atención de los pacientes en sus hospitales de referencia.
Se decidió por tanto el traslado del personal y pacientes de la
UAAN a otra planta de hospitalización. En pocos días, nuevas
plantas de hospitalización «sucias» se iban abriendo a velocidad
vertiginosa, y cada vez más médicos de los servicios de Neumo-logía
y Medicina Interna era enviados en apoyo de la sección de
Infecciosas.
Por este motivo, era necesario un protocolo de tratamiento
escrito. Desde el 17 de marzo de 2020, la sección de Infecciosas
desarrolló y distribuyó una guía de tratamiento COVID-19 lo-cal,
con actualizaciones semanales según nuevas evidencias en
la literatura científica y el análisis de los resultados de los pa-cientes
de HCDGU con los diferentes fármacos. El protocolo se
coordinó con el Servicio de Farmacia Hospitalaria (con reunio-nes
diarias de coordinación para discutir las pruebas, cuestiones
legales y problemas de existencias), y puntualmente se invitó o
pidió consejo a los miembros de los servicios de Reumatología,
Medicina Interna, Hematología y Radiología.
Paulatinamente el HCDGU se convirtió en un hospital CO-VID
completo con cerca de 200 médicos atendiendo a más de
400 hospitalizados COVID-19 más cientos de consultas diarias
a Urgencias. Sólo se mantuvo una planta médica y una quirúr-gica
«no-COVID» para emergencias no COVID. Prácticamente
todos los médicos del hospital atendieron a los pacientes con
COVID19. Cada planta de hospitalización tenía un internista
y/o neumólogo «líder de planta», y otros médicos que colabora-ban
de acuerdo con sus capacidades más útiles: los especialistas
médicos atendían directamente los pacientes, los especialistas
menos acostumbrados a la clínica médica ayudaban con la buro-cracia
y registros médicos, los psiquiatras y psicólogos informa-ban
y apoyaban a las familias y el personal, y algunos médicos
de consultas externas leían los registros médicos para hacer una
base de datos (para que el equipo pudiera analizar los resultados
y tratar de identificar las mejores estrategias de tratamiento).
La principal debilidad del método de escalado era el riesgo
de que los pacientes tuviesen distinta calidad de atención médica
en función de su accesibilidad o no a los escasos infectólogos con