Ponte-Hernando F.J.
y a la cual eran inmunes, o portadores sanos, los esclavos suble-vados
contra ellos.
También recientes estudios de fosas comunes de tropas fran-cesas
de fallecidos en Rusia en 1812 han señalado la mortalidad
por tifus y otras enfermedades trasmitidas por vectores como el
piojo, además de por las bajas temperaturas.
Otro trabajo interesante es la extensa conferencia de 1889,
pronunciada, y publicada, en Cuba por el médico militar, far-macéutico,
abogado y naturalista español Félix Estrada Catoyra
(Cuba 1853-La Coruña 1938) sobre las medidas a tomar para
preservar la salud de los soldados de la tropa expedicionaria de la
isla: Enfermedades y Mortalidad en el Ejército, donde dice cosas
como lo siguiente, citando al gran higienista español Monlau:
No es la Higiene la fuerza, ni el valor, ni la estrategia, ni
el arte militar, ni la previsión para el combate, ni la potente
artillería, ni tampoco la administración, ni la ordenanza,
porque la Higiene del Ejército lo es todo, porque es la sa-lud,
es la vida del guerrero.
En esta línea, afirma Estrada:
No está exento el soldado en tiempo de paz de ninguna
de las enfermedades que afligen á la humanidad, las más
frecuentes son: la viruela, la fiebre tifoidea y la tisis en Eu-ropa,
el paludismo, la Fiebre amarilla y la disentería en las
Colonias, sufriéndose los efectos del alcoholismo y la sífilis
en todas las provincias, por el ejército de mar y tierra.
Por lo tanto, son estas enfermedades las que causan la
mayor mortalidad en las filas del Ejército en tiempos de
paz. Las estadísticas que muestra enseñan que la alimen-tación
deficiente, el abuso de bebidas alcohólicas, la falta
de limpieza, los cambios bruscos de temperatura, la falta
de ventilación en los cuarteles o las carencias en los loca-les
destinados á alojamientos son causas que afectan a la
preservación de la Higiene y por tanto de la Salud militar.
Y finaliza la conferencia diciendo:
La salud del ejército es la victoria del ejército pues la
mayoría de las enfermedades pueden evitarse observando
la Higiene y con una buena organización militar.(5)
130 Sanid. mil. 2020; 76 (2)
Félix Estrada Catoyra
Más adelante aparecen otras obras, como la tesis doctoral de
D. Mariano Gómez Ulla, de 1908, titulada La desinfección en el
ejército que estudia muchos de estos problemas de un modo más
moderno, ya en plena era microbiológica, como es natural, y no
se recata el autor en hacer críticas al estado de los cuarteles, ubi-cados
en algunos casos en monasterios antiguos, inadecuados
e insalubres, en general, así como al de cuadras, establos, etc.
No olvidándose nunca de la unicidad de la salud entre huma-nos
y animales. En este sentido, destaca Gómez Ulla la excelente
organización sanitaria, de ambos ejércitos contendientes, en la
guerra Ruso-Japonesa de 1905, señalando que el ganado no se
desinfectaba, sino que se desembarcaba aparte y se sometía a
observación durante varios días en cuadras cuarentenarias(6).
(5) Agradezco estas notas de Félix Estrada a nuestra doctoranda, médico, Dª
Cristina Pandelo Louro.
(6) Vid. Ponte Hernando, F (2020) El concepto «un mundo, una salud» en
los inicios del siglo XX: El Dr. D. Marcelino Ramírez García (1864-1940),
Son incontables las publicaciones dedicadas a la Higiene mi-litar
para la prevención de enfermedades transmisibles por las
sanidades militares de todos los ejércitos de países civilizados.
En España tuvo amplia difusión, entre otros, este: Cabeza Perei-ro,
A (Dir) (1909) Higiene Militar (Lecturas para oficiales). Ma-drid.
Escuela Superior de Guerra. En él, entre otros, colaboró
Mariano Gómez Ulla con el Capítulo VIII, Profilaxis y desinfec-ción,
extractado de su tesis doctoral. Cabeza Pereiro era Médico
mayor, asimilado a comandante, y coordinador del libro.
En el siglo XIX varias pandemias de Cólera azotan Europa,
no siendo España una excepción. Su incidencia y extensión eran
tales que, en 1885, el rey Alfonso XII, que fallecería de tuber-culosis
a finales de ese mismo año, de visita de incógnito con su
ayudante militar en Aranjuez, mandó abrir los Palacios del Real
Sitio para alojar a los numerosos afectados, civiles y militares,
ganándose el afecto de la población.
A este respecto se suscita la llamada cuestión Ferrán, en torno
a la vacuna anticolérica de este destacado médico español, de
Tarragona, Jaime Ferrán y Clúa (1852-1929), finalmente conde-corado
por los franceses que le otorgaron el Premio Breánt, en
una época en que hasta Roux, colaborador íntimo de Pasteur y
sucesor del maestro en la dirección de su prestigioso Instituto,
veterinario militar y médico. Madrid. MINISDEF. Servicio de Publicacio-nes
de Defensa. Tesis Doctorales. p.107.