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Así fue como Trump puso una fecha
que Biden ha ejecutado en 2021. Su
objetivo ahora apunta a la región de
Asia-Pacífico, tratando de frenar al
gran gigante chino en el control de esa
zona. Asuntos como la reciente creación
de la alianza AUKUS entre Estados
Unidos, Reino Unido y Australia
demuestran ese cambio en la política
exterior norteamericana.
Por tanto, todos sus esfuerzos económicos
y diplomáticos deberían ir
en esa dirección para hacer frente a
los desafíos planteados por el gigante
chino en la supremacía de la región.
Más puede ser menos
La experiencia en Afganistán ha demostrado
que el despliegue de más y
más recursos de cualquier tipo puede
producir efectos contrarios para
los que se planearon, si no se marcan
unos hitos que se deben cumplir para
su recepción. También se deben establecer
mecanismos que certifiquen
que se está en el camino correcto.
La ayuda internacional que ha recibido
Afganistán no ha hecho sino aumentar
la dependencia de este país
de la ayuda exterior desde una posición
de total parálisis, y ha impedido
que los afganos sean capaces de
construir por sí solos un Estado capaz
de salir adelante cuando se produjera
la salida internacional.
Por otra parte, la corrupción congénita
ha minado el camino hacia la paz y
el bienestar de los afganos. Más y más
recursos no han hecho sino aumentar
16 / Revista Ejército n.º 973 • mayo 2022
la brecha entre la población, deslegitimando
a un Gobierno incapaz de
controlar los abusos y siendo un lastre
para el desarrollo de un Estado lo más
justo posible.
Los acuerdos firmados no
siempre se cumplen
El 29 de febrero de 2020, se plasmó
definitivamente un acuerdo entre la
administración de Trump y los talibanes
—Acuerdo de Doha, por haber
sido firmado en la ciudad de Doha,
capital de Catar— para una retirada
de las tropas internacionales de suelo
afgano en mayo de 2021. Este, que
gozaba del apoyo unánime de la comunidad
internacional y del Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas,
fue cumplido por Biden a su llegada a
la Casa Blanca y solo cambió la fecha
máxima de retirada del mes de mayo
a la simbólica del 11 de septiembre.
Por su parte, los talibanes se comprometían,
entre las acciones más importantes,
a implementar que su territorio
no fuera usado para amenazar la
seguridad de Estados Unidos y sus
aliados, a llegar a un acuerdo de alto
el fuego y liderar un proceso de paz
con el Gobierno de Ghani y a respetar
los derechos y las libertades de las
mujeres y de las minorías.
Este compromiso, denominado también
Acuerdo para Traer la Paz a Afganistán,
a fecha de hoy, solo lo han
cumplido Estados Unidos y sus aliados
con su retirada. Por su parte, el
régimen talibán no ha ejecutado prácticamente
nada de lo pactado. Así, por
ejemplo, no solo no inició un diálogo
con el Gobierno afgano, sino que aceleró
su caída. También se ha prohibido
que las niñas mayores de diez años
vayan a la escuela, y las mujeres solo
pueden ir a trabajar si lo hacen en hospitales
o escuelas.
A pesar de contar con el respaldo internacional,
este tratado no se está
cumpliendo de la misma forma por
ambas partes y la población trata de
huir del país de cualquiera de las maneras
posibles.
Para muchos analistas, es más de lo
mismo, estando muy lejos de lo que
se entiende como un acuerdo de paz.
Es por esta razón que muchos entienden
que ha sido una «rendición
en toda regla».
La victoria tiene cien padres
y la derrota… ahora no está
huérfana
La famosa frase de Napoleón, «La victoria
tiene cien padres y la derrota es
huérfana», viene muy bien para explicar
una consecuencia fundamental
de esta última guerra de Afganistán,
siempre y cuando se haga una negación
de la segunda parte de ella.
A la vista de los resultados, el gran
vencedor de este final es el mundo islámico
más radical, suponiéndole una
gran inyección de moral. La llegada de
los talibanes al poder otra vez se entiende
como un fortalecimiento global
de las posiciones más extremistas del
mundo árabe. La consigna que los islamistas
más radicales del mundo extraen
del final de las operaciones militares
y de la retirada de la coalición
de suelo afgano es que Occidente ha
sido derrotado, solo hay que resistir y
creer en que se puede lograr.
Sin embargo, en el caso de la capitulación,
su orfandad lo es hasta que se le
pone un nombre y apellidos y, en este
caso, está más que claro que el que
más ha perdido es el pueblo afgano.
También Occidente forma parte de la
derrota, pues sale desprestigiado, y su
Firma Acuerdo de Doha entre Zalmay Khalilzad (EE. UU.) y Abdul Ghani Baradar
(Emirato Islámico de Afganistán)