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Para proponer lo cual, me mueven estas
razones:
• La Compañía siempre ha estado la
primera en tales peligros, en la peste
y en el mal general, en la guerra y
en el hambre.
• De este modo llevaremos al pueblo
una máxima prueba de caridad, si
volvemos a la patria desde el exilio
en medio de estos peligros.
• Y, por el contrario, parece vergonzoso
que los jóvenes del mundo
que estaban fuera de España,
como conozco algunos, se hayan
apresurado a tomar las armas por
la patria, y que nosotros no hagamos
al menos lo mismo por Dios.
Lo que a fuerzas se refiere, soporto fácilmente
trabajos corporales incluso
duros, de hecho, son para bien, contrariamente
al trabajo de los estudios.
Esto he tenido a bien proponer después
de orar ante Dios. Por lo demás,
como conviene, me someto sencillamente
a la obediencia, en la cual reconozco
la regla de la voluntad divina».
El padre Huidobro entra en España
por el puesto fronterizo de Dancharinea,
provincia de Navarra, el 29 de
agosto de 1936, siendo admitido por
el Estado Mayor de las Fuerzas Militares
de Marruecos «para incorporarse
a la columna que manda el teniente
coronel don Juan Yagüe, a fin
de prestar sus servicios espirituales.
Marchará en tren hasta Oropesa y
se ruega a autoridad militar de dicha
plaza le sean facilitados los medios de
transporte hasta Talavera de la Reina
para su incorporación a la citada columna
». Es el puesto de mayor peligro
y allí quiere estar Fernando Huidobro
Polanco.
Se incorpora a la IV Bandera de la Legión,
unidad de élite a la que sigue
desde Toledo a la Casa de Campo de
Madrid, cayendo herido en los combates
cerca del lago de tal finca en
noviembre de 1936. Recuperado de
su herida, pero con la secuela de una
acusada cojera, vuelve a incorporarse
en un tiempo récord a su unidad en el
Hospital Clínico de Madrid, la posición
más avanzada de los nacionales
sobre la capital, peligrosa por estar
prácticamente rodeada y sometida a
guerra de minas y fuego artillero de
todo tipo. Participa luego en la dura
batalla del Jarama (febrero-marzo
de 1937) acudiendo con su Bandera
al frente de Aravaca en abril de 1937,
donde se prepara otra gran batalla.
Es de destacar que, durante todo este
tiempo, además de auxiliar a sus legionarios
o a todo aquel que lo necesitara,
independientemente del bando,
el padre Huidobro se muestra muy crítico
con las represalias realizadas en
la retaguardia y contra los prisioneros,
lo que le anima a escribir al mismo general
Francisco Franco, exhortándole
a revisar estas actitudes. Llega a sostener
con él una entrevista personal.
Comienza su preocupación por las
crueldades innecesarias cometidas
contra el rival, poniendo de ejemplo
a sus legionarios que, bien mandados
y correctamente guiados en lo
Pasaporte de Fernando Huidobro y sello de entrada a España en guerra el 29 de agosto de 1936
94 / Revista Ejército n.º 973 • mayo 2022