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INTRODUCCIÓN
En el Cono Sur americano, se extiende
un territorio denominado Chile,
nombre que para algunos quiere decir
«frío» (del quechua chire) y para otros
significa «el lugar donde acaba la tierra
» (del aimara chilli). Sin pontificar
sobre el significado de dicho topónimo,
podemos afirmar que el territorio
chileno es una estrecha franja de más
de cuatro mil doscientos kilómetros
de longitud de norte a sur, encerrada
entre la cordillera de los Andes y el litoral
pacífico, cuya anchura máxima
ronda los trescientos sesenta kilómetros.
En el norte del país, se sitúa el
desierto de Atacama, una de las zonas
más áridas del mundo, y, hacia el
sur, el valle central, el sector más fértil
de Chile.
En este escenario, a principios del siglo
xvi hacen su aparición los españoles,
procedentes del Perú y con intenciones
de conquistar y colonizar
dicho territorio. En su avance hacia el
sur, los conquistadores penetran en
una región que los nativos denominan
Arauco y los hispanos, la Araucanía.
En la actualidad, dicha demarcación
da nombre a una región que tiene
una superficie de 31 800 km2, donde,
a principios del siglo xxi, se censaban
unas novecientas mil personas. Geográficamente,
limita al norte con el río
Biobío y la región del mismo nombre;
por el sur, con la de los Lagos; por el
este, con Argentina, y, por el oeste,
con el océano Pacífico.
El pueblo amerindio que poblaba dicha
zona antes de la conquista de los
españoles conformaba una unidad
lingüística, la araucana, y una cierta
diversidad antropológica, en la que
destacaban los siguientes grupos tribales:
picunche, mapuche, huilliche y
pehuenche. En este contexto, su unidad
socio-política era la horda, es decir,
la agrupación de tribus.
Desde el primer momento de la presencia
española, al presagiar el peligro
que los acechaba por el ímpetu
colonizador de los conquistadores,
los araucanos manifestaron su amor
por la independencia y la libertad. En
1553, se pusieron en pie de guerra
dirigidos por el toqui (jefe de armas)
Lautaro. Destruyeron el fuerte de Tucapel
y dieron muerte a Valdivia.
El gobernador García Hurtado de
Mendoza cruzó el Biobío y derrotó a
los mapuches, mandados ahora por
Caupolicán. A la muerte de este, en
1558, los araucanos quedaron momentáneamente
sometidos, pero, a
finales del siglo xvi, volvieron a alzarse
en armas y destruyeron las siete poblaciones
que los españoles habían
levantado al sur de dicho río, el cual
quedó como frontera entre españoles
y mapuches hasta el siglo xix. En consecuencia,
el problema araucano fue
heredado por la República de Chile, la
cual no consiguió domeñarlos hasta
1883, cuando fueron definitivamente
derrotados y sometidos a la autoridad
republicana.
ANTECEDENTES
En el origen del curso que conducirá
al descubrimiento de América, en las
Capitulaciones de Santa Fe, quedan
conformadas con plenitud las tres
vertientes básicas constitutivas del
alma de la «empresa de las Indias»:
descubrimiento, conquista y colonización.
Estas giran alrededor de dos
funciones que han de constituirse
en los nervios de la acción española
en el Nuevo Mundo: negocio, como
característica esencial de los tiempos
renacentistas en que el espíritu
de empresa mercantil de la etapa bajomedieval
alcanza su punto cenital,
y poblar, que supone la perpetuación
de una entrañable tradición castellana
que ha tenido ocasión de lograr en los
ocho siglos de lucha reconquistadora
y de generar un espíritu hispánico de
raíz asimiladora e integradora.
La presencia española en las Indias
es continua desde 1493, pero debe
tenerse en cuenta el permanente crecimiento
del área geográfica indiana,
conocida en virtud de la acción general
de expansión continental a gran
escala iniciada en el año 1519 con
la expedición de Cortés, tan fecunda
en resultados. Asimismo, ese año se
pone punto final a los ensayos colonizadores
realizados hasta ese momento
en la zona del Caribe y, concretamente,
sobre dos puntos: la isla
Española y, desde 1509, tierra firme,
que a partir de 1514 constituirá el núcleo
de la gobernación de Castilla del
Oro, la cual englobaba los dos enclaves
del Darién y Veragua.
En este sentido, el año 1519 puede
calificarse como decisivo para la integración
de los territorios indianos en
Retrato del capitán Pedro de Valdivia