Otros testimonios de legionarios hablan
96 / Revista Ejército n.º 973 • mayo 2022
del mal recibimiento que hicieron
al padre, situación que fue cambiando
cuando observaron que el sacerdote
siempre iba en primera línea, acudía
a los lugares más
expuestos y conversaba
con los
centinelas en las
mismas trincheras
de vanguardia.
Su herida en
una actuación de
combate como la
descrita arriba les
impresiona y ya comienzan
a demandar la presencia
de «su páter».
EL PADRE HUIDOBRO,
CAÍDO EN LA GUERRA
Durante la primera quincena de
abril, el Ejército Popular de la República
pasa a la ofensiva en el
frente de Madrid. Con gran despliegue
de medios tanto humanos
como materiales, su pretensión
es rodear a las fuerzas del
Ejército nacional que cubren la
Casa de Campo y la Ciudad Universitaria
(dependientes de la 1.ª
División de Madrid, general José
Iruretagoyena). Para ello realizan
una maniobra con forma de tenaza:
desde el sur, buscando el cerro Garabitas,
posición dominante por su
altura, y desde el norte por la carretera
de La Coruña a la altura de Aravaca
(Cuesta de las Perdices, hoy avenida
del Padre Huidobro), donde se encuentran
las posiciones de la IV Bandera
de la Legión.
En abril de 1937, las posiciones alcanzadas
en diciembre seguían siendo
las mantenidas por las fuerzas de la
1.ª División de Madrid del Ejército Nacional.
La Cuesta de las Perdices se
consideraba fundamental por estar
flanqueada por el Cerro del
Águila y por venir a formar
una avenida
válida
para
penetraciones de los adversarios. La
IV Bandera «Cristo de Lepanto» había
llegado el 1 de abril al centro de
resistencia, cuya fisonomía alternaba
trincheras paralelas a la carretera con
posiciones fortificadas en torno a antiguos
merenderos o casas de campo
que ahora facilitaban el establecimiento
en sus alrededores de una
intrincada red de atrincheramientos.
El día 8 de abril «aproximadamente
a las 20:00 horas, el enemigo ataca
fuertemente las posiciones ocupadas
por la Bandera con fuego de artillería,
tanques, granadas de mano y toda clase
de armas automáticas. Este ataque
dura hasta las 00:45 horas. Al amanecer
de este día, el enemigo vuelve
a atacar intensamente las posiciones
ocupadas por la Bandera, empleando
para ello con profusión toda clase de
armas y apoyado por la aviación. No
obstante la dureza del ataque, se hace
retroceder al enemigo en cuantos intentos
realizan para acercarse a nuestras
líneas». Así describe el diario de
combate de la unidad el primer gran
empuje republicano.
Por su parte, el libro de historia oficial
de la Legión nos habla de la tensión
vivida esa madrugada: «A las dos de
la mañana la alerta era total. La oscuridad
impedía ver a más de ocho metros
de distancia, aunque se percibían
perfectamente los roces de los que se
aproximaban a rastras. Las manos de
los legionarios empuñaban con cierto
nerviosismo el fusil o la granada. Poco
a poco, con esa intuición fruto de la
veteranía, los escuchas se van retirando
hacia las trincheras, mientras los
centinelas escudriñaban afanosos la
tierra de nadie. … Estallan las granadas
haciendo una feroz carnicería
y las retorcidas alambradas, abiertas
en algunos puntos, dan paso a grandes
núcleos de asaltantes, que son recibidos
a bayonetazos».
El día 10 persisten los ataques y las
pasadas de aviación, tanto de bombardeo
como de cazas en misiones
de ametrallamiento, no dejando descansar
a los legionarios, que se afanan
por reparar sus fortificaciones. La
Legión española. 50 años de historia
menciona aquí la explosión de «una
mina bajo la carretera, consiguiendo
hacer saltar por los aires trincheras y
parapetos.
Cruz que
perteneció al
padre Huidobro
y que fue usada
por él durante la
guerra. Capilla
del Archivo de los
Jesuitas en Alcalá
de Henares