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En esta situación, Pizarro llega a
la ciudad de Tumbes, partidaria de
Huáscar, cuyos habitantes temen las
represalias de su hermano. Entonces,
el español establece su postura política
de apoyo a los seguidores del inca
derrocado, funda la ciudad de San Miguel
de Piura y recibe refuerzos procedentes
de Nicaragua al mando de
Sebastián de Benalcázar, compuestos
por treinta hombres y cuarenta
caballos. Asimismo, se incorpora a su
hueste Hernando de Soto, que aporta
dos naves, cien hombres y algunos
caballos.
Al frente de su tropa, el 24 de septiembre
de 1532 el extremeño emprende
la marcha en busca de Atahualpa,
acampado con su ejército en el valle
de Cajamarca. El 15 de noviembre llega
a esta ciudad. Una vez allí, Pizarro
convoca a Atahualpa a una entrevista,
a la que este acude rodeado de la
aristocracia y mostrando en su semblante
el mayor desprecio hacia los
españoles, los cuales habían organizado
una celada en la que el inca fue
hecho prisionero. Preso este, el imperio
queda desarticulado como consecuencia
de la estructura política y social
del país. Atahualpa es ejecutado
el 29 de agosto de 1533 y, en septiembre
de ese año, Pizarro comienza su
marcha hacia el Cuzco, capital del imperio
inca, ciudad donde los españoles
hacen su entrada triunfal el 15 de
noviembre de 1533. Una vez allí, Pizarro
busca un lugar idóneo para establecer
la capital, toda vez que considera
que el Cuzco está muy al interior
de la tierra y desviado hacia el sur. Finalmente,
elige la vega del Rímac, un
valle costero regado por este río que
fertiliza la cuenca costera, con un clima
delicioso. Aquí se decide a fundar
la capitalidad española, imponiéndole
el nombre de Ciudad de los Reyes, denominación
que muy pronto es sustituida
por la de Lima, degeneración del
nombre indígena de Rímac. Hacia finales
del año 1533, la gobernación del
Perú parece consolidada y se inicia la
expansión hacia el norte de la mano
de Sebastián de Benalcázar.
La expansión hacia el sur tiene una
dinámica muy distinta y bastante
más dramática, puesto que en su
comienzo va implícito el estallido de
la rivalidad entre Pizarro y Almagro.
Como consecuencia de la conquista
del Imperio inca, el emperador Carlos
concede nuevas mercedes. Así,
Pizarro recibe el título de marqués y
se le autoriza una nueva expedición;
su hermano Hernando es nombrado
caballero de Santiago y Almagro, gobernador
de una zona al sur de la de
Pizarro, a la par que obtiene el privilegio
de sucederlo en caso de que este
fallezca. Si morían los dos, la sucesión
recaería en Hernando.
ALMAGRO EN CHILE
Animado por Francisco Pizarro y deseoso
de conocer el territorio de su
gobernación, en julio de 1535 Almagro
sale del Cuzco con una hueste
compuesta por unos quinientos españoles
y mil quinientos indios de servicio.
La expedición asciende desde
allí hasta el lago Titicaca, bordea sus
aguas y toma rumbo sur hacia las secas
planicies que conducen a Tupiza.
Desde allí pasa al valle de Jujuy y después,
con rumbo suroeste, se dispone
a cruzar los Andes.
Esta travesía, que se hace por el paso
de San Francisco, de más de cuatro
mil quinientos metros de altitud, está
llena de dificultades por lo inhóspito
del paisaje. Por aquí habían pasado
Atahualpa y Huáscar, hijos de Huayna Cápac, conquistador de Quito