VIVIDO Y CONTADO
opciones militares ante una crisis y para responder ante las peticiones del
Gobierno de la Nación
El problema principal es conseguir que lo operativo (empleo de la Fuerza)
«influya», «arrastre» a lo orgánico (preparación), solo una Fuerza bien prepa-rada,
bien organizada, con la moral alta, puede desarrollar las operaciones con
eficacia.
Esto es algo básico y elemental, pero, en mi caso, resultó complicado, al
no depender lo «orgánico» del JEMAD sino del secretario de Estado de
Defensa, de la subsecretaria de Defensa del secretario general de Política
de Defensa, en determinados casos y, sobre todo, de los jefes de Estado
Mayor del Ejército de Tierra, del Aire y de la Armada.
La influencia de lo operativo en lo orgánico (plan, programa, presupuesto)
tiene su principal impacto en la asignación y distribución del presupuesto de
Defensa, que en mi periodo de JEMAD tenía tres componentes: el presupuesto
del Estado, propiamente dicho, la asignación extrapresupuestaria, aprobada por
el Gobierno para los programas especiales de armamento y el presupuesto asig-nado
para operaciones en el exterior, operaciones de mantenimiento de la paz,
que venían de los fondos de contingencia incluidos «obligatoriamente» en los
presupuestos del Estado, fuera del presupuesto de Defensa «propiamente dicho».
La cara política necesita una visión global y profunda, liderazgo estratégi-co,
y cierta dosis de pedagogía para presentar opciones militares como vecto-res
de influencia (incluida la disuasión) con sus pros y sus contras, además de,
y esto es lo que da un carácter político al puesto del JEMAD, asumir la políti-ca
general y la específica de seguridad del Gobierno e intentar, mediante su
asesoramiento, influir en ella.
Las comparecencias ante la Comisión de Defensa del Congreso con moti-vo
de la presentación de los presupuestos anuales constituyen una muestra
clara de la política del Gobierno, en nuestro caso de la política de Defensa y
fueron, para mí, la ocasión de exponer las derivadas, el impacto y las medidas
de carácter operativo que tomábamos desde el Estado Mayor de la Defensa
para ejecutar la política del Gobierno dirigida por el ministro de Defensa.
Charlaba, después de la comparecencia con un grupo de diputados de dife-rentes
partidos en la Comisión de Defensa, algún periodista acercaba el oído.
—Almirante ¿por qué no se integran los presupuestos de los programas
especiales de armamento en el presupuesto de Defensa?
—Creo que para las Fuerzas Armadas sería bueno al asegurar los compro-misos
y dar continuidad a las inversiones —contesté.
Estábamos en un momento de crisis económica y financiera y las Fuerzas
Armadas teníamos que asumir esa situación.
—¿Por qué no se hace entonces?
984 Diciembre