16 / Revista Ejército n.º 976 • julio/agosto 2022
Cartel 2 de la jornada. El ET y los retos futuros 2022. Fuente: MADOC
En el Ministerio de Defensa se ha
iniciado una reflexión ética, liderada
por el Centro Superior de Estudios
de la Defensa Nacional, que se tendrá
en cuenta en el borrador de la estrategia
para el uso de la inteligencia
artificial de nuestro departamento,
el cual se encuentra actualmente en
proceso de elaboración. Este documento
pretende reflejar la visión estratégica
que tiene el Ministerio de
Defensa sobre el uso de esta tecnología
para orientar los procesos de
obtención, desarrollo, empleo operativo,
etc.21.
Una de las consecuencias directas
de la reflexión ética que hemos expuesto
es la discusión jurídica, porque
el derecho moderará la interacción
entre el individuo y la máquina
plasmando en normas la relación entre
el ser y el deber ser.
LA DISCUSIÓN JURÍDICA EN
TORNO A LA INTELIGENCIA
ARTIFICIAL22
Europa debe su progreso al humanismo,
fundamentado en las tres
tradiciones que tenemos en herencia
y que nos han conformado como
civilización focalizada en el ser humano.
Grecia nos enseñó el amor por la filosofía,
que ayudó a sembrar en Occidente
la fuerza de la razón. Roma nos
legó el derecho y, con él, el imperio
de la ley, sin el cual no habría sido
posible que naciesen, en la España
del siglo xvi, los antecedentes del
derecho internacional humanitario
actual, cuyos principios se esgrimen
en las discusiones sobre la legalidad
de la inteligencia artificial.
Pero ni Grecia ni Roma abolieron la
esclavitud; hubo en ellas hombres
libres y esclavos. Fue Cristo, el del
Evangelio que culmina y perfecciona
la antigüedad judía, quien devolvió al
hombre la libertad perdida y definió
su dignidad como creatura de Dios.
La espiritualidad judeocristiana es
la tercera tradición imprescindible
para entender el humanismo occidental.
Es este humanismo el que está siendo
aparentemente superado por una
tecnología capaz de reducir la realidad
de la persona a datos que almacena
y distribuye. Los algoritmos
que elaboran, codifican y gestionan
esos datos, diseñados supuestamente
para facilitar la vida del hombre,
pueden llegar a ser autónomos y
generar una subjetividad «electrónica
» diferente de la humana23.
A este fin parece dirigirse la atribución
de personalidad a la inteligencia
artificial, que supera su consideración
de cosa, permitiéndosele
moverse por el mundo jurídico sin
control humano. Podría incluso alcanzar
una voluntad propia y eficaz,
alejada de la de sus creadores, como
ya avanzó Harari en su Homo deus.
El problema se complica si además
se la pretende dotar de un carácter
moral24 por medio de unas reglas éticas
absolutas codificadas en el sistema,
consiguiendo una especie de
artificialización de la ética, de mayor
o menor precisión en función de la
complejidad de la programación, el
tiempo de desarrollo o el proceso de
implantación25.
Aparentemente, esta línea de acción
podría garantizar prioritariamente la
seguridad humana mediante la definición
de reglas y el establecimiento
de unos principios que los sistemas
deberían «aprender». Se basa en la