INTRODUCCIÓN
Ramón Armada Vázquez | General de brigada DEM
Tras más de dieciséis años de presencia española en la Fuerza Provisional de
las Naciones Unidas para el Líbano (UNIFIL) y con el reciente nombramiento
como jefe de misión y de fuerza del general de división español Aroldo Lázaro
Sáenz, parece oportuno hacer un pequeño análisis del estado de la misión en
la que España tiene su mayor número de efectivos.
La misión refleja el interés de las Naciones Unidas en Oriente Próximo, donde
concentra la cuarta parte de sus doce operaciones de paz del mundo. Aunque
fue establecida en 1978 con la primera retirada israelí del Líbano, la misión actual
se fortaleció en 2006 tras la segunda invasión con la Resolución del Consejo
de Seguridad 1701, que asignó la monitorización del cese de las hostilidades, el
apoyo y el acompañamiento a las Fuerzas Armadas libanesas (LAF) en el sur del
Líbano y la extensión del apoyo a la población civil, autorizando hasta quince mil
efectivos y adoptando una organización operativa más eficiente. Se trata de una
misión de las NN. UU. atípica, por ser la única que cuenta con un componente
marítimo, constituir una de las dos misiones en las que coinciden las figuras de
jefe de fuerza y jefe de misión en un militar y tener gran peso de países europeos,
que asumen el liderazgo de la misión y se reparten permanentemente los
mandos subordinados: España, el sector este; Italia, el sector oeste; Francia, la
reserva y la jefatura del EM y, actualmente Alemania, la fuerza naval.
España ha apostado fuerte y eficientemente en UNIFIL, ejerciendo desde 2006
el mando permanente de la Brigada Multinacional del Sector Este y asumiendo
el mando de la misión desde marzo de 2022.
La misión se desarrolla en un escenario volátil, con una crisis política, social y
económica sin precedentes. Donde el sistema político corrupto y sectario no
permite realizar las reformas necesarias para contar con el apoyo del Fondo
Monetario Internacional a fin de revertir la devaluación del 90 % de la moneda
y el 75 % de pobreza. Donde el partido político Hezbolá forma parte de las instituciones
y se ha establecido como garante de la seguridad frente a Israel en
el sur del Líbano, liderando la llamada «resistencia». Donde las LAF sufren la
pérdida de poder adquisitivo y la merma de efectivos y de capacidad operativa,
y prefieren no enfrentarse a los actores no estatales para no quebrar la unidad
del Estado. Todo ello con la mirada de Israel, el enemigo perpetuo, que quiere
evitar el desarrollo de Hezbolá y no duda en usar la fuerza para tener el control
de su frontera norte.
60 / Revista Ejército n.º 976 • julio/agosto 2022