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El caso de fraccionar la batería de cuatro piezas en cuatro o tres
baterías, de una o dos piezas cada una, no se estudia por consi-derar
el autor que dicha circunstancia no se dará en la práctica.
De todo lo que antecede el capitán Alzaá extrae conclusiones:
• La unidad técnica de tiro puede suponerse constituida
por cuatro disparos, hechos con los mismos elementos
de puntería.
• La unidad de mando será la batería de cuatro piezas.
Esta será la organización de una batería normal.
• La batería de cuatro piezas no pierde su categoría de
batería aunque le falte algunas de sus piezas.
• Tres, dos y hasta una pieza pueden a veces considerarse
como baterías anormales. Según esto, una batería de
cuatro piezas puede dividirse en varias baterías anorma-les
de menor número de piezas.
• La dirección técnica del fuego de una batería, sea de las
piezas que fuese, es única; es decir, una batería no pue-de
ser mandada técnicamente más que por una persona;
así, pues, la dirección del fuego de las baterías anor-males,
procedentes del fraccionamiento de una normal,
tiene que ser independiente.
El grupo conjunto de baterías.
El capitán Alzaá también dedica una sección de su artículo a
exponer su punto de vista sobre el grupo de artillería. Así, el
autor expone: «En España, a la agrupación de tres baterías se
da el nombre de grupo, y en ningún caso podrá clasificarse
este de batería de 12 piezas. Según nuestro concepto, no es
admisible la idea de equiparar un conjunto de 12 piezas a una
batería ya que para ello sería preciso llevar la dirección técni-ca
del tiro de una batería así constituida con unas reglas de
tiro especiales basadas en la observación de 12 disparos». La
organización de un grupo como una batería exigiría un jefe de
grupo conocedor de la técnica del tiro quien, para poder batir
distintos objetivos, se vería forzado a fraccionar la batería de
12 piezas en baterías en tres de cuatro piezas y a entregar el
mando a quien directamente lleve la dirección del fuego de
las piezas agrupadas en baterías. Por lo que el capitán Alzaá
concluye: «En el caso de nuestros grupos de artillería ligera, es
forzoso dejar a los capitanes en libertad de acción para aplicar
las reglas según su criterio, sin intervención directa ni indi-recta
del jefe de grupo».
La idea de llevar la dirección del fuego de las tres baterías se-pararía
al jefe de grupo de su complicada y compleja misión,
bastante importante y laboriosa para separar su atención de
ella y descender a la materialidad de la aplicación de las reglas
de tiro. Esto únicamente será conveniente, cuando dichos jefes