Durante las dos guerras mundiales, el in-cremento
de alcance y capacidades de la ar-tillería
de campaña cambió decisivamente el
campo de batalla, hasta convertir la superio-ridad
de fuegos en un elemento clave de la
victoria. Tras la Guerra Fría, los ejércitos oc-cidentales
llevan treinta años de operaciones
de estabilización sin enemigo aéreo, lo que ha
llevado a un periodo de desinterés sobre la
artillería antiaérea. Sin embargo, las mejoras
tecnológicas en el campo de la defensa antiaé-rea
llevarán en breve a un notable incremen-to
de alcance y de capacidades de la artillería
antiaérea, que la convertirán en un elemento
decisivo para la conformación del campo de
batalla, y, en consecuencia, para determinar
el resultado del combate.
Novedades, tendencias
e indicios en Artillería
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La artillería antiaérea
¿la base de la
victoria?
Por D. Carlos Javier Frías Sánchez, coronel de Artillería
INTRODUCCIÓN: LA REVOLUCIÓN
DE LA ARTILLERÍA
Durante la Primera Guerra Mundial, la arti-llería
de campaña sufrió una revolución, que, a
su vez, cambió radicalmente la forma de comba-tir
de los ejércitos y dio un impulso decisivo al
combate interarmas1. Hasta entonces, la cola-boración
entre las Armas era muy limitada. La
artillería de campaña desplegaba a vanguardia
o en los intervalos de las formaciones de infan-tería
y caballería, empleaba casi exclusivamen-te
el tiro directo a distancias muy cortas (2.000
– 3.000 m), por lo que no se buscaba que los
materiales tuviesen grandes alcances, las piezas
más empleadas eran los cañones, muy por enci-ma
de los obuses... Con la generalización del tiro
indirecto todo cambió: la artillería desplegaba a
retaguardia de la infantería, protegida por ma-sas
cubridoras, pero el cambio más radical es
(1) BAILEY, Jonathan B.A., The First World War and the Birth of the
Modern Style of Warfare, Camberley, Strategic and Combat Stu-dies
Institute, The Occasional nº 22, 1996
que el tiro indirecto permitía concentrar el fuego
de cientos o miles de piezas sobre cada objetivo
para el que se dispusiera de coordenadas car-tográficas,
aprovechando el alcance máximo de
las armas. Los efectos se hicieron sentir inme-diatamente:
las tempestades de acero del fue-go
artillero –de los dos bandos– obligaron a la
infantería a refugiarse en fortificaciones de cam-paña,
y, en la práctica, llevaron a la parálisis de
la maniobra. Las batallas de la Primera Guerra
Mundial se iniciaban con una primera batalla
por los observatorios, dirigida a hacerse con
los observatorios desde los que poder dirigir los
fuegos de la artillería; normalmente, el bando
que se hacía con el control de esos observatorios
obtenía una ventaja decisiva en la subsiguiente
batalla2. Al final de ese conflicto, cualquier ope-ración
implicaba una cuidadosa planificación
en la que la cooperación entre las Armas seguía
planes milimétricamente calculados, combi-
(2) LUPFER, Timothy P., The Dynamics of Doctrine: The Changes in
German Tactical Doctrine During the First World War, Fort Leaven-worth,
Combat Studies Institute, 1981