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‹‹Dirigir el tiro de un grupo personalmente, como el de una ba-tería,
pretendiendo aplicar las reglas hechas exclusivamente
para esta unidad es, sencillamente, irrealizable.
El comandante tiene a su cargo la alta dirección del fuego, no
la dirección, ni menos la corrección, del tiro. Es más; aunque
de hecho fuera posible proceder con el grupo como con una
batería, el comandante no podría hacerlo. Tiene otras muchas
cosas en que ocuparse de mayor altura y transcendencia. Si
desciende a mandar y corregir el tiro por sí mismo, queda en el
acto anulada su personalidad.
Los comandantes queremos mandar un grupo como si fuese
una batería de 12 piezas, pretendiendo emplear iguales medios
y procedimientos, y buscando siempre una exactitud y correc-ción
que solo es dable alcanzar al capitán››.
Por lo visto, el mando de un grupo fue siempre un asunto a dis-cutir.
Hoy nos cabe la inmensa e íntima satisfacción de suscri-bir
en todo la respetada opinión de nuestros antiguos, a pesar
de los más de cien años transcurridos.