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Varios
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TRADUCCIONES
La experiencia de la Tormenta del Desierto solo hace que reforzar las lecciones aprendidas en
el norte de África durante la Segunda Guerra Mundial -un reconocimiento eficaz normalmente debe
incluir el combate-. En el desierto del norte de África en 1943, los jefes sufrieron grandes pérdidas
al emplear unidades de reconocimiento ligeras para combatir por la información. En el desierto de
Irak en 1991, con ese precedente histórico en mente, muchos jefes simplemente optaron por no
emplearlas.
ECONOMÍA DE MEDIOS
Desde siempre, las unidades de caballería con las misiones de seguridad han preservado la
potencia de combate de sus brigadas, proporcionando al jefe tiempo para decidir dónde concentrar
las fuerzas. El tiempo ganado por las unidades de caballería proporciona a la brigada una capacidad
fundamental basada en uno de los principios de la guerra: la economía de medios. La economía
de medios es el principio del empleo de la fuerza disponible de la forma más eficaz posible. La
flexibilidad de la caballería le permite al jefe conservar la potencia de combate de su brigada para
emplearla en el momento y lugar oportuno. Al emplear el mínimo de potencia de combate en los
esfuerzos secundarios los jefes pueden aumentarla en el esfuerzo principal. Dicho de otra manera,
al operar con un rol de economía de medios, la caballería impide un empleo prematuro de la brigada
y un desgaste de su potencia de combate antes de que esta se acerque al objetivo.
Pero como la economía de medios, por definición, consiste en el empleo de la mínima potencia
de combate en los esfuerzos secundarios, la capacidad de las unidades de caballería para moldear
el campo de batalla, actuar sobre los actores principales y consolidar los objetivos está gravemente
limitada. Aunque unidades de caballería con una adecuada organización operativa pueden producir
resultados que compensen con creces, una hipotética reducción de potencia de combate del grueso,
el perder estas capacidades supone asumir el riesgo de una menor capacidad de combate para posibles
misiones posteriores.
El resultado final normalmente es que las unidades de caballería quedan limitadas en su capacidad
de apoyo a sus brigadas, limitándose básicamente a reaccionar ante el enemigo en vez de
crear las condiciones que permitan ganar o explotar la iniciativa.
INTEGRACIÓN DE LOS VEHÍCULOS DE COMBATE ROBOTIZADOS
La aparición en el campo de batalla de vehículos robotizados a nivel pequeña unidad cambiará
definitivamente algunos principios fundamentales firmemente arraigados en la doctrina de caballería.
Estos vehículos permitirán a los jefes olvidarse de ciertas restricciones que limitaron a las
unidades de combate durante siglos aunque también impondrán sus propias limitaciones.
En primer lugar, los jefes se han visto frecuentemente forzados a sacrificar en nivel de detalle
en la obtención de información del entorno operativo en beneficio de una maniobra rápida. Los vehículos
robotizados pueden fácilmente acabar con este problema.
Los jefes de unidad, que normalmente estaban limitados no solo por el enemigo y el terreno
sino también por el factor humano tanto mental como físico, se encuentran ahora con capacidad de
mantener de forma permanente el ritmo general de las operaciones. A diferencia de los vehículos de
combate tripulados, los vehículos robotizados no se ven limitados por la falta de sueño de sus tripulantes
o la necesidad de mantener la velocidad. Los vehículos robotizados pueden moverse a vanguardia
de los vehículos tripulados y asegurar rápidamente el terreno clave, mientras las unidades
de reconocimiento se mueven a retaguardia de la «línea avanzada de robots» (FLOR) y de la «línea
avanzada de vehículos aéreos no tripulados» (FLUA) para cubrir las necesidades de información
sobre el terreno, la población y las infraestructuras.
Memorial de Caballería, n.º 90 - Diciembre 2020