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Orgánica y Materiales
Los carros nacieron para sacar a los infantes del atasco producido por las ametralladoras y las
trincheras, y fueron empleados como apoyo hasta que personajes como Fuller, Liddell Hart, Rommel,
Guderian, Tujachevski, Rokossovsky, Patton, Chaffee, De Gaulle, y tantos otros- muchos de
ellos procedentes de Infantería- consiguieron que se experimentara y se convenciera a los militares
más tradicionalistas -encabezados en muchos ejércitos por los propios oficiales de Caballería- de
que el carro debía sustituir al caballo, y realmente solo se les sacó partido cuando se emplearon
en masa, maniobrando con iniciativa, potencia, velocidad, con amplias maniobras, es decir, como
la Caballería. Al general ruso Pavlov, que sacó erróneamente la conclusión contraria tras nuestra
Guerra Civil, le costó una desastrosa derrota el empleo de los carros como apoyo a la Infantería al
principio de la invasión.
En todas las naciones donde hay unidades acorazadas, estas han tomado el relevo en las misiones
clásicas de la Caballería, y los carros son herederos directos en el cumplimiento de las misiones
Memorial de Caballería, n.º 90 - Diciembre 2020 39
que antes desarrollaba la Caballería a caballo.
En consecuencia, si admitimos que una unidad de carros estará bien empleada cuando se hace
como tradicionalmente se han desempeñado las unidades de Caballería ¿por qué los carros no están
en Caballería, como ya ha sucedido en muchos ejércitos de nuestro entorno? La única razón para
que lo estén en Infantería es la forma en que fueron encuadrados, hasta que en la 2ª Guerra Mundial
se demostró que podían y debían emplearse como un arma, y no como un apoyo. Pero de eso ya hace
mucho, los ejércitos de nuestro entorno ya reaccionaron y la mayor parte pasó los carros a la Caballería.
Si se diera el paso, lo que obviamente resultaría traumático
para la Infantería, pero beneficioso para el conjunto
del Ejército, se podrían reorganizar las pequeñas y grandes
unidades y se resolverían problemas como la unidad a la
hora de desarrollar la doctrina de las unidades que combaten
montadas o a pie -Caballería-Infantería-, la formación
de los miembros de las unidades acorazadas, o la escasez de
«vocaciones» entre los oficiales y suboficiales de Infantería
por lo acorazado.
La Infantería se organizaría en dos ramas principales,
una ligera y otra mecanizada -y, de paso, podríamos abandonar
la denominación «ligero-protegida», que no es otra
cosa que una mecanizada disfrazada, se podría haber elegido «ligero-acorazada», que ya existía-.
Por su parte, la Caballería se articularía en unidades ligeras, ligero-acorazadas y acorazadas, como
tradicionalmente ha sido. Cada Arma con sus propios procedimientos, mentalidad -algo que se
aprende desde los comienzos, que se lleva interiorizado y que marca su personalidad-, la forma de
actuación, etc., y, lo que es muy importante, liderando la doctrina de su especialidad.
En el fondo, si se siente la necesidad de reunir todas las unidades acorazadas bajo una sola
arma, la única razón para contemplar la creación del Arma Acorazada es la nula -y hasta cierto
punto lógica, por el calado de la decisión- disposición por parte del ET de segregar a la Infantería
sus batallones de carros. Eso supondría la pérdida de unidades, con su personal y material, de esa
«masa crítica» que haría que el peso del Arma de Infantería en las grandes decisiones disminuyera.
De esa manera se daría el paso aplicando una cierta anestesia, pero se provocaría un traumatismo
mayor y se alejaría de la solución más sencilla… o menos complicada.
Cada reorganización -y estamos ante una más- es una buena oportunidad para dejar a un lado el
corporativismo de las armas y encarar una estructura que satisfaga la unidad de doctrina, procedimientos,
mentalidad, etc. Hace falta plantearse reorganizar las unidades de las armas de Caballería
e Infantería en función de las misiones y cometidos. El reparto de personal y medios, necesariamente
restringido en el seno del ejército, estaría más equilibrado entre las unidades de maniobra, las