LA FRAGATA BLINDADA VITORIA, EXVOTO MARINO EN EL SANTUARIO DE...
Para terminar con este enojoso asunto del nombre, según el Instituto de
Historia y Cultura Naval de la Armada española, el nombre original fue Victo-ria
mientras estuvo en los astilleros ingleses, entrando en servicio en la Mari-na
de Guerra como Vitoria, sin que se haya localizado disposición legal algu-na
sobre este cambio de nombre.
Llegados a este punto, nos parece oportuno resaltar que en aquellos años, en
la década de los cincuenta del siglo XIX, durante el reinado de Isabel II, se
inician una serie de reformas de modernización y expansión de la Marina de
Guerra, para superar el estado lastimoso de la misma después del descalabro
que supuso la derrota de Trafalgar (1806) y la posterior Guerra de la Indepen-dencia
(1808-1814). Se incorporan modernos buques de guerra, eso sí, en una
época de rápida incorporación de avances tecnológicos, entre ellos el vapor, la
hélice, la pólvora sin humo y los cañones de retrocarga, que hicieron que algu-nas
iniciativas de construcción naval estuviesen obsoletas antes de su botadura,
pero que en su conjunto permitieron alcanzar un nivel de prestigio de la Marina
que finalmente se perdió en la guerra hispano-americana de 1898.
España llega a poseer por fin buques modernos y ocupa un dignísimo
lugar entre las potencias navales detrás de Gran Bretaña, Francia e Italia, por
delante de Rusia y Estados Unidos, que, aunque tienen en este momento más
buques blindados, son sobre todo costeros o fluviales, lo que permite una
política de prestigio ultramarino, que hace abortar las intenciones estadouni-denses
respecto a Cuba al amparo de nuestras seis fragatas blindadas, de las
que la Numancia y la Vitoria seguirán en las listas de la Armada y se seguirá
contando con ellas (con grandes modificaciones, especialmente artilleras)
treinta y cinco años después de su botadura, en vísperas de la guerra hispano-americana.
Así, los primeros buques blindados de la Armada fueron, además de los Tetuán
y Sagunto, las fragatas blindadas, construidas en Francia e Inglaterra respectiva-mente,
Numancia y Vitoria. Además de estos buques blindados, ya desde su
proyecto, fueron reconvertidas las fragatas de madera Zaragoza y Sagunto –en
construcción– y la Resolución, ya en servicio. La fragata Arapiles, igualmente de
casco de madera, fue reconvertida en el astillero inglés de Blackwall.
Respecto a su denominación, las fragatas blindadas de esta época toman,
excepto la ex-Resolución, nombres vinculados a gloriosos hechos de armas de
nuestra historia. Obsérvese en el cuadro siguiente que las fragatas construidas
en Inglaterra son denominadas, creemos que como un guiño de complicidad a
Gran Bretaña, una como Vitoria, sin duda por la victoria conseguida por Arthur
Wellesley (1769-1852, desde 1814 duque de Wellington), a la vista de Vitoria,
en la llanura alavesa el 21 de junio de 1813, y la Arapiles, por la primera victo-ria
aplastante del mismo Wellington en las inmediaciones de Salamanca el 22
de julio de 1812. En ambos casos Wellington ostentaba el mando del ejército
aliado anglo-hispano-portugués contra los imperiales franceses.
Demos así por concluido el anecdotario del bautismo de la Victoria/Vito-ria,
y debido a sus años de servicio como Vitoria mantendremos este nombre
en perjuicio del de Victoria.
REVISTA DE HISTORIA NAVAL 148 (2020), pp. 105-126. ISSN 012-467-X 113