ANTONIO ESPINO LÓPEZ
Pero lo que le había movido a escribir la carta a Gonzaga era la situación
desesperada que cabía recelar si se conformaban las noticias que le había traí-do
un paisano desde Perpiñán, donde se había hallado varios días, y era que en
toda Francia se publicaba que era inminente la guerra contra España y se hací-an
las primeras diligencias al respecto24.
Merced al servicio de información establecido, el maestre de campo don
Pablo de Parada, que se hallaba de servicio en la frontera, pudo a fines de
abril advertir sobre la armada francesa en Tolón: esta parecía estar compues-ta
por 37 navíos de guerra, veinte de mercaderes fletados, doce brulotes de
fuego y doce galeras. Como dicha flota tenía tropas a bordo y podía partir
en cualquier momento, era necesario meter «gente de la segura del país» en
Rosas, y en Palamós también, porque la que había no bastaba para su defen-sa
–en abril de 1667 había 250 hombres en Rosas y 110 en Palamós–, así
como arreglar la artillería, que estaba por el suelo, hasta que se viese qué
ocurría con la armada de Francia. Parada continuaba su misiva pensando
que habría guerra automáticamente si España se ajustaba con Portugal, de
modo que Francia disponía en la Guyena de ocho mil infantes y dos mil
caballos aprestados, «... y con ellos se nos vendrá a Girona y Palamós, que
si están en el estado que hoy se hallan no le pueden hacer ninguna resisten-cia...
». Para Parada, si el enemigo atacaba por Palamós, Girona y Hostalric,
cayendo estas plazas, harían falta «dos campañas con buenos sucesos en las
Armadas de mar y tierra para echarlos fuera». Es decir, otra vez el fantasma
de 164025.
Cuando, el 24 de mayo de 1667, desde la Corte dieron cuenta del rompi-miento
de la paz con Francia, el virrey Gonzaga ya hacía meses que clamaba
por su relevo –el duque de Osuna sólo llegaría a Cataluña en agosto–. De
modo que a inicios de julio aún vería cómo los franceses comenzaban a
desembarcar artillería y demás pertrechos de guerra en el puerto de Canet sin
problemas, merced a disponer de 15 galeras de servicio, además de los ocho
bajeles que aprestaban en el puerto de Tolón. El peligro de la flota francesa
era tal que no solo podía atacar cualquier punto del litoral catalán26, sino que
el virrey de Valencia recibió órdenes de mejorar sus defensas costeras, en
especial la plaza de Peñíscola; el virrey de Mallorca, de hacer lo propio con
Ibiza y Menorca, mientras que el virrey de Cerdeña tendría permiso para que
la flota de galeras de la isla permaneciera en sus aguas para mejorar su defen-sa.
La única noticia positiva fue la llegada en agosto de ochocientos milaneses
(24) ACA, CA, leg. 418, Gonzaga a Mariana de Austria, 20/II/1666.
(25) ACA, CA, leg. 419, el gobernador de Cataluña, don Gabriel de Llupià, al vicecanci-ller
del CA, 1/V/1666, que incluye la carta de P. de Parada del 28/IV/1666. AGS, Estado, leg.
2686, Gonzaga a Mariana de Austria, 2/IV/1667.
(26) En Arenys de Mar, por ejemplo, el asentista Francisco Grillo fabricaba un navío, y el
miedo era, al iniciarse el conflicto, que Francia quemase el casco del barco; por ello, se pensó en
enviarlo cuanto antes a Cartagena y allí se acabaría de arbolar. Las medidas defensivas tomadas
consistieron en la remisión de una guardia de infantería, se construyó una trinchera y se llevaron
dos piezas de una torre cercana para defender los trabajos iniciados. AGS, GA, leg. 3493,
20 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 148 (2020), pp. 9-28. ISSN 012-467-X