Los primeros
simuladores.
El banco WES Javier Sánchez-Horneros Pérez
Ingeniero de Ensayos en Vuelo
El entrenamiento en sintéticos forma parte integral y fundamental en la formación de un piloto desde
hace varias décadas, cobrando cada vez más una importancia capital conforme aumentaba
la complejidad, modos y posibilidades de los diversos sistemas del avión al proporcionarle
el conocimiento y el background necesarios durante la fase de su adiestramiento en tierra,
de forma que en el momento preciso pueda comenzar la fase de vuelo del avión al que esté destinado
con un conocimiento íntimo tanto de los diversos sistemas de los que este consta,
así como de las características de manejo (handling qualities) de este con plenas garantías,
maximizando el aprovechamiento de cada uno de sus vuelos de instrucción.
revista de aeronáutica y astronáutica / mayo 2022
362 los primeros simuladores
Estas mismas ideas surgieron
desde prácticamente los inicios de
la aviación, preparando a los pilotos
para las sensaciones físicas que
experimentarían durante el vuelo
empleando desde simples sillas giratorias
que les desorientaran espacialmente
obligándoles, tras varias
vueltas en esta, a cruzar andando
como buenamente podían una determinada
línea o tablón en el suelo
lo más rectos posibles, a auténticos
ingenios como el Breese Penguin,
utilizado profusamente en el entrenamiento
de pilotos durante la Primera
Guerra Mundial y cuya envergadura
y motorización (un motor de 28CV)
lo incapacitaban para el vuelo en sí,
alcanzando no obstante velocidades
considerables que permitían al
aspirante a piloto experimentar las
sensaciones a los mandos a velocidades
cercanas al despegue y actuar en
consecuencia.
Sin embargo, a medida que tanto la
envuelta como la performance de esos
primeros aviones evolucionaban a la
par de la técnica, también lo hacían las
demandas operaciones de estos, debiendo
volar en condiciones de vaga
o nula visibilidad y, en definitiva, bajo
Imagen del cockpit del banco WES. (Imagen: I. Warleta. RAA n.º 2 1932)