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372 dosier los primeros pasos del S-76C
revista de aeronáutica y astronáutica / mayo 2022
las manos y los pies en los controles de vuelo. El veterano
Bell 205 tenía unos mandos de vuelo asistidos hidráulicamente,
de tal manera que la sensibilidad en el tacto era
altísima y era casi imperceptible la fuerza que había que
aplicar para sus movimientos. Cualquier presión en manos
o pies modificaba sustancialmente la actitud del helicóptero.
Este tipo de control otorgaba una buena precisión,
sobre todo en estacionario, al tiempo que permitía poco
descanso. Siempre se tenía que tener los pies y manos
en los mandos porque, por decirlo de alguna manera, no
iban «trimados» y cuando lo estaban, no eran precisos. A
cambio el nuevo helicóptero, que ahora ya cumple sus 30
años con nosotros, daba una sensación de mandos más
duros –gestionados por autopilotos–, que acostumbrados
al Bell 205 hacía un poco «molesto» acostumbrarse a realizar
más fuerza. A cambio era muy estable y sorprendía
que al soltar las manos de los mandos la estabilidad de
la aeronave era perfecta; incluso en vuelo más complejo
como era el «estacionario». Podemos decir que esto que
se acaba de leer era la adaptación más difícil en lo que a
físico se refiere. Luego vendría lo de aprender a manejar
pantallas y a moverse con fluidez con nuevos equipos y
sistemas de navegación, pero a todo esto que exigía estudio
y práctica, se le veían tantas ventajas que resultaba
muy útil su aprendizaje.
A nivel de mantenimiento los cambios también eran
grandes, quizá más. Se pasaba de un modelo monomotor
a uno bimotor. De tren fijo con esquíes a sistemas hidráulicos
de tren retráctil con ruedas y amortiguadores, de rotor
semirígido bipala a totalmente articulado cuatripala.
Si a todo esto se le une la incorporación de una cabina
digitalizada, pilotos automáticos, radar de búsqueda y
meteorológico, grúa eléctrica y un sinfín de novedades
más; se asegura desde estas líneas que los cambios en las
labores de mantenimiento fueron muchos y grandes, y la
adaptación del personal, ejemplar.
El caso es que el día 18 de noviembre de 1991, muy
complicado meteorológicamente hablando, hacía su
aparición en la base aérea de Armilla, un C130 del Ejército
del Aire procedente de West Palm Beach (Florida),
llevando en su bodega al Galgo 01 (indicativo radio del
primer S76C del Ejército del Aire). Su bautizo en Armilla
embarcado en la bodega del Hércules fue especial:
«toma dura», como obligaba una pista muy corta y sin
ayudas de aproximación en un día que la visibilidad era
tan reducida que solo permitía verla un poco antes de la
toma. La verdad es que en aquel momento era difícil imaginar
que con esas condiciones el C130 pudiera aterrizar.
Aunque su presentación oficial fue unos días después
surcando los cielos granadinos, el 10 de diciembre, día
de nuestra Patrona la Virgen de Loreto; lo cierto es que
aquel 18 de noviembre, cuando la rampa de nuestro
querido Hércules se abrió y empezó a alumbrar al primer
Galgo, podemos decir que nació la historia del S76C en
el Ala 78.
Este alumbramiento era como el anuncio de su primera
misión de salvamento, porque un par de meses después,
como suele pasar en un día de esos de chimenea para ver
nevar desde la ventana, con toda España cerrada por un
temporal de viento, frío y nieve, surgió la primera alarma