¿cómo puede saber?») (Basset, F. S.: Legends
and superstitions of the sea and of sailors,
Singing Tree Press, Detroit, 1971). Otra
versión dice que la respuesta del chino fue:
S’pose no got eye, no can see; no can see, no
can walk («Supón sin ojos, no puede ver; no
puede ver, no puede andar») (Donnelly, I. A.:
Foochow pole junks, The Mariner’s Mirror,
VIII, 3, p. 231).
25.217.—Narciso Monturiol, un inventor
muy cauto
Bien conocido es Narciso
Monturiol Estarriol
(1819-1885), inventor del
submarino que llamó Ictíneo y cuya primera
versión, botada en 1859, era de propulsión
manual. Y como era muy previsor, en su
primera inmersión, acompañado de José
Missé Castells, carpintero de ribera, llevó a
José Oliu Juan (?-1873), fabricante de tapones
de corcho, sin duda, la persona más idónea de
su entorno para cortar los lagrimeos que
pudieran producirse entre las costuras del
forro. (Puig Pujadas, J.: Vida de d’heroi:
Narcís Monturiol inventor de la navegació
submarina, Barcelona, 1918).
25.218.—Navío de línea
Se calificaba así el que
formaba parte de una
flota y atacaba dispuesto
de ese modo, junto con los demás. Por ser
de vela, no era factible una formación en
arco, pues al recibir cada uno el viento de
distinto modo desarrollaban un desigual
andar, lo que les impedía mantener el debido
orden, según explica, en otras palabras, Lacaci
y Díaz, F. (Estudio histórico sobre la marina
de los pueblos que se establecieron en
España hasta el s. xII…, 1876, p. 215).
Laureano CARBONELL RELAT
Doctor en Historia Medieval
25.219.—Arqueología Naval
En tiempos del marqués
de la Ensenada, en la
zona (dársena norte) del
Arsenal de Cartagena, donde con posterioridad
quedarían ubicados sus dos primeros
diques secos, apareció el esqueleto de madera
de una embarcación antigua. Informado el
marqués del hallazgo, ordenó al intendente de
Marina de aquel Departamento, Francisco
Barrero Peláez, que se trasladaran a Madrid
los restos para su estudio. Pero en el tiempo
en que iban y venían las misivas, un grupo de
operarios del establecimiento decidieron utilizar
aquellas maderas como combustible para
calentarse. Enterado el citado secretario de
Marina del hecho, y con el fin de que aquello
no volviera a suceder, promulgaría la Real
Orden de 8 de abril de 1752, en la que
dispondría la protección y conservación de
las antigüedades que se hallaren al hacer
obras en los puertos.
Por si alguien tiene curiosidad, el expediente
de este hallazgo se encuentra en el
Archivo General de Marina «Álvaro de
Bazán» de la localidad manchega del Viso
MISCELÁNEAS
Narciso Monturiol. (Foto: internet).
750 Mayo