TEMAS GENERALES
Gonzalo de Vigo. Estos fueron los españoles encontrados por Álvaro de
Saavedra —enviado de Hernán Cortés— cuando llegó a las Molucas con la
nao Florida, construida en México.
La carabela perdida
La carabela San Lesmes, de menos de cien toneladas y al mando de Francisco
de Hoces, resultaría tal vez la más peculiar de esta increíble flotilla de
naves singulares, cada una predestinada con tinta indeleble en su cuaderno
de bitácora. Si la capitana se desintegró tras recorrer medio mundo deshecha,
la Sancti Spiritus destrozaba su quilla en el Estrecho, la Parral alcanzó amotinada
las Filipinas y las Anunciada y San Gabriel desertaron (anotando su
nombre la primera entre los barcos desaparecidos), quedando el patache
Santiago como titular de la mayor proeza marinera, la San Lesmes lograría tal
vez superar a todas como fuente de misterio en el siglo XX como digna candidata
para fascinantes programas de televisión de nuestros días.
Ya sabemos que este buque estuvo a punto de quedarse atrapado en los
barros de Santa Cruz cuando se le tumbó para carenar. Durante el primer
intento de travesía del estrecho de Magallanes, volvió a protagonizar su propia
peripecia, pues el temporal patagónico le desviaba de su ruta hasta los 55º de
latitud sur, asomando su proa al final de la Tierra del Fuego, donde a la dotación
«parecía que allí era acabamiento de tierra». En efecto, casi un siglo
antes que Schouten (1616) y más de medio que Francis Drake (1578) —que,
contra lo que se suele creer, no dobló el paso que lleva su nombre, sino que lo
intuyó, desviado de su ruta como la San Lesmes, con las naos Pelican y Elizabeth,
tras perder la Marygold— la carabela española habría descubierto el
cabo de Hornos, que debería llamarse en buena lógica estrecho de la San
Lesmes, en vez de estrecho de Drake, que pasó al Pacífico por el estrecho de
Magallanes con un piloto de origen portugués.
Pero el sino increíble de la San Lesmes no pararía ahí. Después de dispersarse
definitivamente la flota de Loaysa en el Pacífico diezmada por temporales,
escorbuto, deserciones y piojos, este buque desaparece de las crónicas
como la nao Anunciada. Pero, a diferencia de esta última, reaparece en muy
tardía fecha, nada menos que 1974, con el libro titulado The Lost Carabel (La
Carabela Perdida) del australiano Robert Langdon, el cual, siguiendo la pista
de un viejo cañón español localizado en el atolón de Amanu —en la Polinesia
francesa y sobre los 12º 40’ de latitud sur— formula la hipótesis de que la San
Lesmes y sus 70 supervivientes alcanzaran este lugar, influyendo decisivamente
no solo en la cultura e historia de algunas tribus, de las que habrían
llegado a ser jefes como «enviados del cielo» (o tal vez pitanza en caso de
hambrunas ocasionales), sino también en su lenguaje, costumbres y avatares
marineros.
620 Mayo