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Alborán, al que añadiremos las aguas del estrecho de Gibraltar y el golfo de
Cádiz hasta San Vicente. Por otro lado, dentro de la denominación de tráficos
ilícitos, incluiremos fundamentalmente la inmigración irregular de personas y
el tráfico de estupefacientes, pero sin olvidar otros como el de armas, el
contrabando o el de trata de personas.
Finalmente, nos gustaría hacer una declaración de intenciones. Este artículo
no pretende exponer datos precisos ni estudios pormenorizados del
problema, que podrán encontrarse en otros trabajos, sino ofrecer una visión
«digestible» y genérica de lo que ocurre, de lo que podría ocurrir y, realizando
un pequeño esfuerzo de reflexión, del papel que la Armada, como actor principal,
creemos que debe mantener.
Centrando el tiro
En la actualidad los tráficos ilegales en el Mediterráneo Occidental tienen
su origen o punto de encuentro en África, afectándonos especialmente lo que
ocurre en los países de la ribera sur o del Magreb, como podremos comprobar.
No obstante, el problema tiene unas raíces que, en la mayoría de los casos, se
pueden establecer en lugares mucho más alejados de África, en América, en
Oriente Medio e incluso en Asia. A grandes rasgos, la situación actual y la
previsible evolución es la siguiente:
La inmigración irregular
Como es comúnmente conocido, en el Mediterráneo se suelen establecer
tres rutas principales: la del Mediterráneo Oriental, Central y Occidental. El
informe Risk Analysis for 2019 del Servicio de Guardacostas de la Unión
Europea (UE) establece que esta última es la vía principal de entrada ilegal en
Europa, especialmente desde el «taponamiento» de la ruta central ante la
negativa del Gobierno italiano al desembarco de migrantes rescatados en las
proximidades de las costas de Libia.
Así, a finales de 2017 y durante 2018 se produjo un incremento exponencial
de las llegadas a las costas españolas de migrantes por la ruta occidental,
tal y como podemos apreciar en el gráfico de la página siguiente.
El informe vaticinaba además un aumento de la presión migratoria sobre
España en los próximos años. Sin embargo, y de forma aparentemente
sorprendente, los resultados de 2019 han mostrado un considerable decremento
de las entradas irregulares, situándose en 18.018 personas frente a
las 64.098 del año anterior, aunque aún por encima de las correspondientes
a los años 2015 y 2016.
690 Mayo