TEMAS GENERALES
ra travesía del Pacífico y el triunfal regreso a España, el relato tiene un final
feliz propio de película: el reencuentro con su hija, su yerno y un nieto cuando
llega a Cádiz. y con un comentario hecho por Ansúrez pone el fin al relato:
«Lo que yo he visto y aprendido es que cuando a uno se le pierde el alma,
tiene que dar la vuelta al mundo para encontrarla».
La de los tristes destinos
El Episodio así titulado trata la revolución antiisabelina, conocida como La
Gloriosa, que representó el epílogo del reinado de Isabel II cuando, el 19 de
septiembre de 1868, estalló en Cádiz al mando del almirante Topete. También
conocida como La Septembrina fue más bien una insurrección militar —en la
que por primera vez la Marina llevó la voz cantante— apoyada por civiles
hartos de la situación de España, con una monarca gobernando con rumbo
errático. El fruto de la misma fue el destronamiento de la reina y su exilio en
Francia y el inicio de un período turbulento conocido como el Sexenio Democrático,
el intento de establecer un nuevo régimen en forma de monarquía
parlamentaria que acabaría en dos fracasos: el reinado de Amadeo de Saboya
y la Primera República.
De todo ello, con su peculiar estilo, mezclando ficción con historia sin
merma de rigor, da cuenta Galdós en su Episodio titulado La de los tristes
destinos, en el que narra la dimisión de O’Donnell en 1866, la intentona revolucionaria
de Luis de Marcuello al año siguiente, la batalla de Alcolea el 28 de
septiembre de 1868 y la salida de Isabel II para el destierro el 30 de septiembre
inmediato como capítulos finales. Pero antes, y aquí está la razón de
incluirlo en este trabajo sobre «El mar galdosiano», el pronunciamiento revolucionario,
el 18 de septiembre en Cádiz, a bordo de la fragata Zaragoza, en el
que, como hemos indicado anteriormente, la Marina española fue el principal
intérprete y sus barcos un magnífico escenario.
El acto central lo recoge don Benito en el capítulo XXIX, en el que el
general Prim adquiere dimensión histórica al responder: «¡Viva la soberanía
nacional y viva la libertad!», pidiendo disculpas al brigadier que había
rubricado sus palabras con el grito de ordenanza: «¡Viva la Reina!», a lo
que la marinería contestó: «¡Viva Prim!». Pero veamos cómo nos lo cuenta
Galdós:
«Con lenta marcha majestuosa llegó la fragata Zaragoza frente a San Felipe.
Delante y detrás, formando extensa línea, fueron la Tetuán y Villa de
Madrid, los vapores Isabel II, Vulcano y Ferrol y las goletas Edetana y
Concordia… hallábanse en el puente de la Zaragoza don Juan Topete,
Malcampo y Prim y toda la oficialidad. Dióse a la marinería la orden de subir
850 Junio