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vez más consciente de sus limitaciones
en materia artillera o electrónica
y temeroso de que la supremacía convencional
que había disfrutado desde
el final de la Guerra Fría está llegando
a su fin. Esta toma de conciencia, sumada
a las lecciones identificadas de
las intervenciones rusas en Ucrania y
Siria, el potencial empleo de medios
de guerra electrónica tanto en zona
gris, escalada y como parte integral
de las supuestas estrategias antiacceso
y negación de área, más conocidas
como A2/AD (anti-access/area
denial) rusas1, y la dependencia estadounidense
del espectro electromagnético
para librar su estilo de combatir
producto de la revolución en los
asuntos militares (RMA), pueden haber
alimentado el renovado interés de
Washington por aumentar sus proyectos
de investigación y desarrollo
de guerra electrónica.
LA GUERRA ELECTRÓNICA
EN LA ESTRATEGIA RUSA DE
DEFENSA
A pesar de su reciente retorno a una figura
de protagonismo, la guerra electrónica
rusa tiene una larga historia
que se remonta a principios del siglo
xx. Sin embargo, la base del enfoque
actual se sentó durante la Guerra
Fría con el desarrollo de la doctrina
del combate radioelectrónico (REC).
La doctrina REC reunió las técnicas
y disciplinas antes dispersas bajo un
mismo paraguas conceptual, las integró
en un concepto operacional y desarrolló
una amplia gama de medios
para operar en el espectro electromagnético.
Aunque el final de la Guerra
Fría conllevó, al igual que con el
resto del Ejército Rojo, una importante
pérdida de sus capacidades de guerra
electrónica, el proceso de modernización
militar iniciado a mediados de la
década de 2000 revitalizó la industria
rusa de guerra electrónica y puso en
servicio nuevos materiales. A pesar de
ello, la guerra de Georgia (2008) puso
de manifiesto la falta de madurez y las
limitaciones en la guerra electrónica
rusa. Las lecciones aprendidas en esta
campaña (así como su aparente fracaso
en el ámbito informativo) sirvieron
para madurar capacidades hasta alcanzar
el grado que pudo observarse
en Ucrania o Siria.
A grandes rasgos, la actual doctrina
rusa de REC combina las
tradicionales funciones de ataque y
protección electrónica con actividades
como contramedidas de reconocimiento
técnico o medidas de apoyo
a la información radioelectrónica. Al
igual que en Occidente, con la progresiva
consolidación de las actividades
ciberelectromagnéticas (CEMA)
debido a la creciente convergencia
entre el ciberespacio y los dominios
radioeléctricos, la doctrina rusa también
prevé el uso de una amplia gama
de acciones de información para proteger,
explotar, degradar o denegar el
uso del espacio electromagnético. Sin
embargo, a diferencia de Occidente,
esta también prevé el uso de medios
convencionales (como misiles antirradiación)
para degradar los sistemas
electrónicos adversarios. Mientras
que estos medios cinéticos se emplearían
en un conflicto abierto, todas
las demás herramientas de la guerra
informativa (desde medios de guerra
electrónica para degradar comunicaciones
o falsificar señales GPS hasta
las operaciones psicológicas, propaganda
o ciberataques) podrían utilizarse
también en la zona gris. Como
sucede con otras armas informativas,
las operaciones de guerra electrónica
pueden dificultar la atribución
Sistema de Defensa Aérea en la base de Khmeimim