de responsabilidades al tiempo que
afectan el normal funcionamiento de
las sociedades, degradando las capacidades
civiles y militares adversarias,
reduciendo su capacidad de resistencia
y contribuyendo al dominio de la
escalada. En cualquier caso, la guerra
electrónica puede considerarse como
un multiplicador de fuerzas capaz de
ser utilizado en cualquier escenario y
contingencia para actividades ofensivas
o defensivas y apoyar operaciones
en tierra, mar, aire, espacio y ciberespacio.
Por ello, la guerra electrónica
rusa no se limita al aspecto táctico,
sino que también puede utilizarse en
el ámbito operacional y estratégico en
todo el espectro del conflicto y estar
plenamente integrada con las acciones
en otros dominios.
A pesar de su
reciente retorno
a una figura de
protagonismo, la
guerra electrónica
rusa tiene una
larga historia
que se remonta
a principios del
siglo xx
A pesar de la falta de un informe detallado
y estructurado por parte de las
autoridades rusas en lo que respecta
a sus actuales medios de guerra
electrónica, existe un grado significativo
de exposición de dichos sistemas
tanto en los medios de comunicación
respaldados por el Estado
como en la prensa rusa. Es necesario
tomar con cierta perspectiva estas
publicaciones, puesto que se ha podido
demostrar que, en ocasiones, se
añade cierto grado de exageración a
dichos informes. Un caso destacado
se encuentra en las noticias sobre el
incidente del USS Donald Cook anteriormente
mencionado. Algo similar
puede hallarse en las publicaciones
oficiales que debaten sobre las campañas
militares rusas y extraen posibles
lecciones sobre los conflictos futuros.
Aunque ello puede explicarse,
en parte, por la propaganda estatal
sobre el poder militar ruso, también
es importante apuntar que existen
think tanks occidentales que, por desconocimiento
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o interés político, hacen
cosas similares.
Pese a los errores intencionados, involuntarios
u omisiones de estas
fuentes, no puede negarse que Moscú
está invirtiendo grandes recursos en
la investigación y desarrollo de guerra
electrónica. En cualquier caso, esta
parece contar con un elevado apoyo
político e institucional, tangible no
solo en las inversiones realizadas sino
también en los cambios organizativos
efectuados para dar cabida a la guerra
electrónica como componente crucial
de las operaciones militares y la protección
de infraestructuras críticas.
DESPLIEGUE DE LA GUERRA
ELECTRÓNICA RUSA EN EL
CONFLICTO SIRIO
A grandes rasgos, Rusia empleó sus
medios de guerra electrónica para
apoyar las operaciones militares y
proteger sus infraestructuras. Quizás,
las principales lecciones que
pueden extraerse de esta campaña
(debiéndose combinar con las que
deben identificarse del conflicto armenio
azerí del pasado julio) radican
en el empleo intensivo de drones en
labores de guerra electrónica y en el
uso de estas capacidades para proteger
sus infraestructuras críticas
contra ataques aéreos realizados mediante
drones.
Debido al simbolismo y al impacto
que tuvo en las maniobras rusas posteriores
(2019-2020), el ejemplo más
relevante se encuentra en la protección
de la base aérea de Khmeimim.
Allí se desplegaron varios sistemas
de protección electrónica, incluyendo
al menos un Krasukha-4 para la
defensa antiaérea. Sin embargo, dicha
cobertura fue puesta a prueba
continuamente por los rebeldes sirios
entre 2017 y 2019, cuando lograron
infligir daños menores a la base
realizando ataques masivos (hasta
80 ejemplares) de drones o ataques
más selectivos aprovechando las desactivaciones
temporales de estas medidas
de protección electrónica para
atacar la base. Si el hallazgo de estas
«ventanas de oportunidad» fue accidental
o se basó en un plan avanzado
de recolección de guerra electrónica
es una cuestión que continúa abierta.
En cualquier caso, podría proporcionar
importantes implicaciones para el
análisis del conflicto sirio.
Aparte de los evidentes beneficios
obtenidos de la guerra electrónica
como multiplicador de fuerzas de
apoyo y protección, Moscú también
ha hallado la posibilidad de utilizar
el conflicto sirio para poner a prueba
sus desarrollos tecnológicos en esta
materia. Si en Ucrania Moscú probó
sus capacidades de guerra electrónica
sobre plataformas terrestres para
degradar las capacidades de mando
y control adversarias e integrarlas con
otros vectores de guerra informativa,
en Siria se han puesto a prueba tanto
medios aéreos de guerra electrónica
(tanto en pods montados en los aviones
de combate como en drones diseñados
para tal efecto) como sistemas
para protegerse de ataques con
drones y degradar las capacidades
ISR adversarias. Estos ensayos en situaciones
reales y actuando indirectamente
contra medios occidentales
no solo permiten a Rusia adquirir
mayor experiencia en el uso de estos
equipos, sino profundizar en la formación
de sus tropas, detectar posibles
fallos en sistemas o extraer lecciones
susceptibles de informar el desarrollo
de nuevas doctrinas y conceptos
operativos.
IMPLICACIONES PARA LA
ESTABILIDAD ESTRATÉGICA
EUROPEA
Mientras algunos autores imaginan
la guerra electrónica rusa como una
de las armas definitivas del país (junto
con las armas hipersónicas o los
drones submarinos nucleares) para
degradar la superioridad militar occidental,
otros la consideran como una
pieza más en la estrategia de disuasión
rusa (la A2/AD rusa) en el continente
europeo. Ambas posturas tienen
parte de razón: Estados Unidos ha
mantenido su dominio militar durante