Una cita de Ibn Sahib en al Mum expone
su método de ataque6: «Caminaba
sin ruido en noches lluviosas y
muy oscuras, de fuerte viento y nieve,
hacia las ciudades. Había preparado
instrumentos de escalas de madera
muy largas, que sobrepasaban el
muro de la ciudad». Esperaba que la
vigilancia fuera escasa y preparaba
medios. «Cogía al centinela y le decía:
«habla como es tu costumbre», para
que la gente no le sintiese». Es decir,
le amenazaba para que repitiese la voz
de alerta que, sin duda, dado su más
que probable conocimiento de la lengua,
él conocía ya, lo que impedía que
el centinela diese la alarma so pena de
morir. «Cuando se había completado
la subida de su miserable grupo a lo
más alto del muro de la ciudad, gritaban
en su lengua con un alarido execrable
y entraban en la ciudad».
Hay que hacer notar que no es posible
que, en acciones que, precisamente,
se basaban en la sorpresa, se siguiese
siempre el mismo planeamiento.
Ibn Sahib se debe referir a un ataque
en concreto del que él tuvo noticia fidedigna,
al cual unió, generalizando,
las otras tomas sorpresivas de fortalezas.
Es posible que se refiera a la toma
de Cáceres, en diciembre de 1165, la
única que se puede fechar en invierno
con exactitud, lo que explicaría la nieve
y las noches oscuras, aunque bien
pudo ser otro castillo cuya toma no se
pueda fechar con exactitud.
No obstante, está claro que, de una
manera u otra, Geraldo utilizó la sorpresa
para adueñarse del entorno de
su posible señorío. No podía ser de
otra forma, debido a la escasez numérica
y a la aceleración temporal
de sus acciones: entre la primavera
de 1165 y el verano de 1166 tomó
Trujillo, Évora, Cáceres, Serpa, Juromenha
y Montánchez. Otros castillos,
como Santa Cruz, Monfragüe, Morón,
Moura, Monsaraz y Alconchel fueron
conquistados entre 1166 y 11687. Si
observamos el mapa, se puede advertir
que aspiraba estratégicamente a
aislar del norte, es decir, de León, y un
tanto del sur, dominios almohades, a
Badajoz, aunque las fortalezas del sur
fueran más bien un cordón defensivo
frente a una reacción almohade más
que exponente de un auténtico afán
expansionista en esa dirección. Quizá
los gobernantes almohades pudieran
admitir temporalmente una expansión
portuguesa en Extremadura, pero no
que esta penetrara excesivamente en
dirección a Sevilla. Estableciendo bases
próximas, Geraldo podría acabar
dominando la principal ciudad8, que
asentaría su señorío y proporcionaría
al rey portugués, a través de él, el control
del valle del Guadiana.
Para tomar mediante golpe de mano
esta serie de ciudades y fortalezas,
Geraldo debió de aplicar los principios
básicos para este tipo de acciones:
Información: era fundamental disponer
de todos los datos posibles del lugar
que se pretendía ocupar.
56 / Revista Ejército n.º 965 • septiembre 2021
Actual castillo de Montánchez