Antigua situación del castillo de Lobón (desaparecido) y detalle de mapa
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defensivas. Mientras tanto, desde Sevilla
se intentó reforzar Badajoz con
guerreros y, sobre todo, vituallas, pero
un enorme convoy fue emboscado y
destruido por Geraldo en Valle de Matamoros,
al sur de Badajoz. Tras este
éxito, y considerando que la capital estaba
ya suficientemente debilitada, lo
volvió a intentar, aunque de una manera
convencional y con el apoyo del
infante don Sancho de Portugal12.
Una nueva intervención de leoneses y
almohades, que convergieron de norte
y sur, desbarató a los portugueses
de nuevo. Los almohades tomaron Juromenha,
pero Geraldo consiguió escapar.
Aun así, el aventurero no cejó
en su empeño y desde Lobón y una
fortaleza desconocida continuó sus
acciones de devastación, que provocaron
que la ciudad tuviera que seguir
siendo abastecida mediante convoyes.
Estos ya iban tan protegidos que
resultaban invulnerables a los ataques
de Geraldo. En 1171, la escolta de un
convoy, tras su entrega en Badajoz,
atacó y tomó Lobón, y dio muerte a todos
los defensores. Esto acabó prácticamente
con las aspiraciones del
aventurero. A partir de ese momento el
rey portugués dejó de prestarle apoyo
y confió más en las órdenes militares,
sobre todo Templarios.
Aún pudo Geraldo emplear su táctica
favorita volviendo a tomar Beja, con
apoyo del rey, gracias a la tacañería del
gobernador, que no pagó a los centinelas13.
Beja fue entregada al rey portugués,
que la destruyó por indefendible.
El resto es historia oscura. Geraldo
pasó a servicio del sultán en territorio
norteafricano, hasta que fue ejecutado
por conspirar con el rey de Portugal
contra sus nuevos amos.
Hay que destacar de todo esto la capacidad
de Geraldo en un determinado
tipo de acción, cierta flexibilidad,
cambiando la forma de actuación, y la
insistencia casi suicida en conseguir
unos objetivos, al final claramente
fuera de su alcance. Utilizar una forma
de acción, por muy bien ejecutada
que esté, tiene un corto recorrido:
hasta que los objetivos se protejan suficientemente
contra ella.
NOTAS
1. Lapiedra, E. Bataliús. El reino de
Taifa de Badajoz. Estudios. Geraldo
Sempavor, Alfonso Enríquez y
los almohades.
2. Ibn Sahib as Sala, Al Mum bil Imama.
Lapiedra, E. Op. cit., pp. 152-
153. «Alfonso Henriques lo designó
para traicionar las ciudades
y castillos que le señaló, con sus
hombres».
3. García Fitz, F.: Ejércitos y actividades
guerreras en la Edad
Media europea. Madrid, 1998.
Puntos 4.2 y 4.3. Analiza las características
y condiciones de cabalgadas
y asedios.
4. Posteriormente, Geraldo consiguió
disponer de una mesnada
más numerosa. Cuando partió
para prestar servicio al sultán iba
acompañado por 350 guerreros.
5. Recogido por: Sousa Pereira,
A. Geraldo Sem Pavor. Um
guerreiro de frontera entre cristaos
e musulmanos. Porto; 2008.
6. Ibn Sahib as Sala, Al Mum bil
Imama. Lapiedra, E. Op. cit.
7. Sousa Pereira, A. Op. cit. Cronología,
pp. 90-91.
8. García Fitz, F.: Guerra y carestía
en la Europa medieval. Más fuerte
que la espada. Lérida; 2014.
Analiza los efectos de las devastaciones
y el hambre sobre el dominio
territorial.
9. David Porrinas González trata
este tema exhaustivamente en
La actuación de Giraldo Sempavor
al mediar el siglo xii. Un estudio
comparativo. Publicado en
las IIº jornadas de Historia Medieval
en Extremadura, pp. 179-
188. Mérida; 2005.
10. González Lanzarote, JM.: El final
de las Invasiones. La batalla
del Salado, p. 85. Badajoz; 2018.
11. Lucas de Tuy, en La Chronica
Mundi, cap IV, refiere la grave
herida del rey: et in tantum debilitatus
fuit de fractura cruris,
quod de cetero non potuit equitare.
12. El rey Alfonso Henriques aún vivía,
pero no podía montar a caballo
tras las heridas recibidas en el
primer sitio. Así lo recoge la Crónica
Latina de los reyes de Castilla
(traducción de Luis Charlo
Brea), p. 67. Universidad de Cádiz;
1984.
13. Sousa Pereira, A. Op. cit.,
p. 65.■