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un mismo resultado, la guerra de desgaste
(desmoralizar al oponente, distraer
y agotar sus fuerzas).
La guerra irregular
es aquella que
favorece la
acción indirecta
y los enfoques de
guerra asimétrica,
y encuentra
su modelo de
combate en la
guerrilla
Esta separación entre las guerrillas y
las fuerzas especiales se produce alrededor
de la Segunda Guerra Mundial,
consecuencia de la selección,
adiestramiento y nuevas tecnologías
(armamento, transportes y transmisiones)
que se ponen al servicio del
personal de estas nuevas unidades
de élite, si bien dicha ruptura no fue
total, puesto que entre las UOE y las
guerrillas hubo coexistencia y colaboración
(por ejemplo, las UOE de los
Aliados fomentaron y cooperaron con
movimientos guerrilleros, tales como
la Resistencia francesa, los partisanos
italianos, yugoslavos y griegos).
No obstante, a partir de la posguerra
mundial, las UOE fueron diseñadas
y creadas para la lucha contrainsurgente,
con la misión de neutralizar o
eliminar unidades de guerrilleros (por
ejemplo, en las guerras de Malasia y
Vietnam).
En el caso particular de España, el
guerrillero y el soldado de las UOE
se mezclan y se confunden, muchas
veces intencionadamente, como veremos
que sucede en nuestra Guerra
Civil. Es un binomio idealizado, que
enraíza con la idea romántica del guerrillero
de nuestra guerra de la Independencia,
audaz y valiente, decisivo
en la derrota del invasor francés.
RASTREANDO EN LA GUERRA
CIVIL ESPAÑOLA
La Guerra Civil representó un laboratorio
de pruebas de cara a la Segunda
Guerra Mundial, y fue una innovación
española la integración de unidades
guerrilleras dentro de un ejército regular,
coordinados en la estrategia
global del mando. Por primera vez
se emplearon los términos servicios
especiales o brigadas especiales (al
mismo tiempo que no desapareció el
uso de los vocablos guerrillero y unidad
guerrillera), y esto no supuso solamente
un cambio de denominación,
sino que fue un cambio de concepto
tanto en su empleo como en su organización,
en su dependencia e incluso
en sus misiones. Los mandos republicanos
se dieron cuenta de que pequeñas
unidades podían influir indirecta
y significativamente en un conflicto a
gran escala, sin comprometer todas
sus tropas de forma decidida.
El Ejército Popular Republicano (EPR)
fue el creador de un tipo de unidades
denominadas Grupos de Servicios
Especiales pero que renombran como
Compañías de Guerrilleros. Así, junto
al guerrillero tradicional, espontáneo
y montaraz (los «huidos»), aparecen
unos nuevos sujetos (los «hijos de la
noche») que realizan tareas de hostigamiento
en la retaguardia enemiga
y retornan a sus bases seguras en la
zona republicana. Estas nuevas unidades,
también denominados guerrilleros,
empezaron a organizarse con
sus propios reglamentos y a prepararse
e instruirse en escuelas de formación
específicas, asesorados por
militares veteranos extranjeros.
La República pronto recurre al movimiento
guerrillero y le concede una
especial relevancia. Así, el presidente
del Gobierno, Largo Caballero, estaba
convencido de que, mediante la
acción constante de sabotaje de las
guerrillas, del reparto de propaganda
y de incursiones en el campo enemigo
podrían dar un vuelco a la guerra, algo
que jamás se produjo.
Mediante una Directiva, de 19 de diciembre
de 1936, el general republicano
Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor
del EPR, determina que la misión
de las compañías de guerrilleros sería
el hostigamiento sobre la retaguardia
enemiga mediante la realización de
golpes de mano en profundidad sobre
las comunicaciones, convoyes,
centros de abastecimiento, puestos
de mando, etc., y que debía ejecutarse
de una manera metódica, por sorpresa
y de acuerdo con los planes que
preparase o desarrollase el mando.
En junio de 1937 se establecen varias
escuelas de servicios especiales o de
guerrilleros, siendo la más importante
la de Benimámet (Valencia), donde
asesores militares soviéticos supervisaron
varios programas especiales de
adiestramiento para grupos de entre
20 y 25 guerrilleros, con el fin de preparar
francotiradores, colocadores de
minas, expertos en el uso de ametralladoras,
especialistas en comunicaciones
y personal capaz de reunir información
para realizar trabajos en la
retaguardia enemiga. Estos asesores
soviéticos capacitaron a cientos de
voluntarios españoles y extranjeros
de las Brigadas Internacionales en la
guerra de guerrillas, transfiriendo sus
conocimientos de inteligencia, sabotaje
y subversión de la guerra civil rusa
a la guerra civil española.
La persona que mejor representa el
ejemplo de esta asistencia militar soviética,
en el marco de la misión secreta
denominada Operación X, es el
comandante Ilya Grigoriovich Starinov,
un hombre clave en la formación
de guerrilleros en España, llamado
más tarde el abuelo de los Spetsnaz4.
Poco después, se publicó un reglamento
de trabajo de las compañías
de guerrilleros, con fecha 19 de septiembre
de 1937, donde se les encomendaba
la labor de ejecutar en la
retaguardia del enemigo acciones «e
xprés», como interrumpir por medio
de voladuras la circulación por tren y
carretera, destruir objetivos militares
y aniquilar las guardias, impedir el enlace
con la retaguardia, recoger toda
clase de información en el territorio
enemigo para los estado mayores del
frente y para la Sección de Información
del Estado Mayor y distribuir octavillas
en territorio enemigo, todo ello
sin rebasar los 50 kilómetros de profundidad
y evitando el enfrentamiento
directo con fuerzas enemigas.
En octubre de 1937, bajo el mando
de Domingo Ungría Navarro, se crea