Protegían la línea avanzada de la zona
de Melilla una serie de posiciones defensivas
denominadas blocaos, guarnecidas
por un pelotón o una sección,
según su importancia, y completamente
aislados en lo que respecta
al terreno, que se comunicaban entre
ellos a través del heliógrafo y de
noche, mediante las señales luminosas
transmitidas por unas linternas
o lámparas de campaña modelo
Magíns. La obra de fábrica de estos
blocaos, como es lógico y dadas las
circunstancias, no podía ser más rudimentaria:
unos cuantos sacos terreros,
protegidos por alambradas de
un metro o metro y medio de altura, y
en ocasiones algún modesto blindaje
con materiales propios del terreno,
como troncos, ramas, etc. Como frágil
techumbre o cubierta figuraba una
lámina ondulada de cinc, la cual los
soldados se encargaban de eliminar
a las pocas horas de su colocación,
dadas las altísimas temperaturas que
la citada lámina, al recalentarse en las
horas centrales del día debido a los ardientes
rayos del sol africano, proyectaba
al interior del reducido habitáculo.
Uno de estos blocaos era el de Dar
Hamed, al que, como ya he relatado
en las líneas iniciales, sus eventuales
huéspedes denominaban el Malo,
toda vez que las condiciones de vida
en su interior no debían de ser muy
confortables. Situado sobre una ladera
del monte Gurugú, su situación estratégica
era de vital importancia para
la defensa de Melilla, así como para
dar protección y seguridad al avance
de la columna Sanjurjo, pues garantizaba
el paso por la carretera de Nador,
cubriendo el frente del barranco
de Sidi Musa.
HEROICA DEFENSA DEL
BLOCAO DE DAR HAMED CON
LA MUERTE DE TODOS SUS
DEFENSORES
Guarnecían el blocao de Dar Hamed
fuerzas legionarias del Tercio de Extranjeros,
que el día 13 de septiembre
de 1921 reciben la orden de que serían
relevados a la mayor brevedad,
para pasar sin demora a incorporarse
a su bandera. La Fuerza de relevo
estaba formada por una sección
reducida de la Brigada Disciplinaria
de Melilla, al mando del joven teniente
granadino don José Fernández
Ferrer. Cumpliendo lo ordenado, en
la madrugada del día 14 de septiembre
salieron los «disciplinarios» de
su cuartel del hipódromo melillense,
y tras una accidentada marcha, hostigados
62 / Revista Ejército n.º 965 • septiembre 2021
casi desde el principio por
un enemigo bien armado y dueño de
las alturas, consiguieron llegar a las
proximidades del blocao, donde dio
comienzo la operación de relevo bajo
un fuego cruzado e intenso que hacía
sumamente dificultoso el mismo, que
se consiguió al fin sobre las primeras
horas de la tarde del mencionado día
14 de septiembre. Durante el resto del
día continúa siendo hostilizado el blocao
por los rifeños y al cerrar la noche,
a oscuras en aquel estrecho recinto
de muerte y desolación, los valientes
disciplinarios del teniente Fernández
Ferrer apenas tuvieron tiempo más
que para acudir a las aspilleras y responder
con sus fusiles al fuego enemigo.
Toda la noche duró el fuego, que
ya produjo las primeras bajas entre los
defensores, entre ellas la del teniente
jefe, que resultó herido por la metralla
de una granada de cañón, aunque
continuó al frente del destacamento
y exhortó a sus soldados a no decaer
en la defensa que les había sido encomendada.
Al amanecer decreció el
fuego enemigo al retirarse los cabileños
y dar un respiro a aquellos valientes
soldados que ya llevaban más
de 12 horas de apretado asedio. Cerca
de las 15:00 horas de dicho día
(15 de septiembre) volvió el enemigo
a bombardear el blocao, contestado
desde este con el fuego de los fusiles
de sus defensores. Pero ante la aplastante
superioridad numérica de los rifeños
y las muchas bajas que estos ya
habían causado a la reducida guarnición,
impulsan al teniente Fernández
a pedir auxilio a través del heliógrafo
y desplazan un soldado hasta la «segunda
caseta» guarnecida por legionarios,
para hacerles saber la angustiosa
situación en que se encontraban
los sitiados.
Es entonces (serían las 17:00 horas)
cuando el teniente de infantería
don Eduardo Agulla Jiménez-Coronado1,
que manda las fuerzas del Tercio
de Extranjeros destacadas en el Atalayón,
quiere acudir con sus hombres en
auxilio de los defensores del blocao. El
mando no se lo permite, pues su presencia
y la de su Fuerza son muy necesarias
en la posición que ocupa para
la defensa de Melilla, y le autoriza únicamente
a que mande en su auxilio un
pelotón de legionarios al mando de una
clase. Forma Agulla a sus hombres y
pide voluntarios para una misión, de la
que les advierte que las posibilidades
de triunfo son escasas y las de morir
muchas. Como un solo hombre y cumpliendo
el sagrado precepto del Credo
Legionario de acudir al fuego, todos
los legionarios dan un paso al frente.
El teniente Agulla, emocionado, les da
las gracias y elige entre ellos a 15 legionarios
de segunda que pone bajo el
mando del legionario de primera2 (que
ya venía desempeñando funciones de
cabo: Suceso Terrero López).
Llegados aquí, y antes de seguir adelante
con mi narración, forzoso me
es hacer un breve inciso para reivindicar
el buen nombre de un caballero
legionario. Y ello es, que si el teniente
Agulla designó 15 legionarios de
segunda y 15 fueron los que de esta
clase entraron en el blocao, ¿por qué
en el «Historial de la Legión» y en todas
las teóricas legionarias se habla
de 14? ¿Qué pasó con ese legionario
que al parecer falta? ¿Desertó? ¿Se
pasó a las filas enemigas traicionando
la bandera de España? No, nada de
eso, ni desertó ni fue traidor a España.
Sucedió lo siguiente: poco antes de la
destrucción del blocao por la artillería
rifeña en las primeras horas de la
madrugada del día 16 de septiembre,
salió del mismo (junto con un soldado
de la Brigada Disciplinaria) cumpliendo
órdenes de su jefe, Suceso Terrero,
para ir a pedir socorro a las posiciones
españolas. Por eso no se encontró su
cadáver entre los legionarios enterrados
en las ruinas del blocao (el nombre
de este legionario, que por derecho
propio entiendo debe figurar en
la nómina gloriosa de sus defensores
y el de sus heroicos compañeros,
los relaciono en un pergamino que he
confeccionado en su honor y que reproduzco
como anexo del presente
artículo, lamentando mucho no haber
podido conseguir los nombres de los
17 soldados de la Brigada Disciplinaria
para relacionarlos igualmente en
artístico pergamino. Aun así, no desfallezco
y lo sigo intentado)3.
Continúo con el relato de la sublime
gesta. Forma Suceso Terrero a sus
15 (que no 14) legionarios y, tras pedirle
permiso a su teniente, abandonan