TEMAS GENERALES
Pese a que la política naval era una decisión gubernamental, se consideraba
un deber opinar en la RGM sobre los aspectos técnicos que debían guiar las
decisiones del Gobierno. Así vemos cumplida otra de sus importantes funciones
al señalar los mejores medios para elegir el material. Con este tema fue probablemente
por el que más se buscó la vertiente pública de la RGM.
El debate en sus páginas sobre la construcción naval fue una constante. Un
ejemplo es el dilema de la Jeune École frente a la política naval de grandes
buques (7), intensificado cuando se tenía conocimiento de algún cambio en
los presupuestos o en la legislación. También el tema de las calderas es otro
ejemplo de que fue una revista profesional técnica, con vocación de panel de
expertos y canal de experiencias. Sobre su idoneidad se contribuyó al debate
con razonamientos fundamentados para la mejor elección.
Asimismo, una de las funciones que debía cumplir una revista profesional
era informar sobre las exigencias del momento, qué se requería, hacia dónde
debía ir la corporación. En este sentido, la RGM procuró ofrecer respuestas
como institución a los requerimientos del progreso, aunque sin ceñirse a la
actualidad informativa. El espacio reservado para lo contemporáneo solía
situarse en las Notas profesionales.
Sin embargo, en el siglo XIX el progreso anclaba en puerto al marino
romántico. El marino de vela tenía que adaptarse a una nueva forma de navegar,
donde predominaba la técnica sobre la intuición. La idea de progreso en
el campo naval vino acompañada de connotaciones negativas de destrucción
de los ideales del honor militar. El hombre que había dentro del marino no
encontraba su sitio en la guerra moderna. El concepto de progreso estaba ligado
a la carrera armamentística y resultaba inhumano porque las máquinas
aparejaban condiciones muy duras para los que tenían que soportar las temperaturas
de sus rendimientos. La habitabilidad de los barcos perdía sitio frente a
las exigencias de blindajes, calderas y compartimentos.
Lo acontecido en Santiago de Cuba y Cavite en 1898 trajo como consecuencia
para el Ministerio de Marina la pérdida de sus competencias sobre las
costas, que pasaron a ser responsabilidad del Ejército de Tierra. Esta decisión
puso el foco de interés en la defensa de costas (8) y se reflejó en la publicación
de artículos con esta temática y hasta en las traducciones que seleccionó
la RGM para aportar argumentos a su favor.
La defensa de costas también motivó el debate de si existía una Marina
ofensiva y una defensiva, que se sumó a la publicación de Mahan La influen-
(7) CONCAS Y PALAU, V. (1884): «Proyecto de fuerzas navales». REVISTA GENERAL DE
MARINA (14), pp. 61-85.
(8) CARVIA, S. (1899): «La defensa de las costas». REVISTA GENERAL DE MARINA (45),
pp. 6-22.
2020 485