Figura 2. Péndulo Shortt a presión y temperatura
constante (1935).
errores de unos pocos milisegundos a lo largo
del día, lo que significó un sustancial progreso
frente a la variación de una décima de segundo
de los péndulos tradicionales. El último, y
posiblemente el mejor reloj de estas características,
fue desarrollado en Londres por
William Shortt. Buena fe de ello dan los dos
sistemas instalados en el Observatorio durante
los años 1935 y 1952, actualmente expuestos al
público, como el que aparece en la figura 2.
Gracias a este tipo de relojes de péndulo de
gran precisión se pudo constatar la irregularidad
de la rotación terrestre que, estudiada desde el
punto de vista de un reloj, también acumula
variaciones diarias desde uno a unos pocos
milisegundos. Cabe reseñar que este hecho no
llamó especialmente la atención de los astrónomos
de la época, que ya barruntaban desde
hacía siglos esta posibilidad, puesta de manifiesto
por el propio Newton al explicar la
aparente aceleración orbital de la Luna como
una deceleración del ritmo de rotación terrestre.
Poco tiempo después, y en gran medida
gracias a su desarrollo durante la Segunda Guerra
Mundial, aparecen los primeros relojes de
cuarzo, capaces de conservar el tiempo por
debajo de la milésima de segundo. No obstante,
debido a un comportamiento irregular de su
marcha relacionado con cambios en su estructura
interna cristalina, fueron considerados inadecuados
para la obtención de un sincronismo
absoluto y hubo que volver la vista hacia la
«oscilación interna» de la materia. Con ello no
TEMAS PROFESIONALES
se quiere infravalorar este tipo de relojes, que resultan tan frecuentes como
necesarios y un elemento clave en la mayor parte de los dispositivos
electrónicos, como ocurre en los patrones atómicos, donde son utilizados como
fuente de frecuencia para la transición atómica.
582 Octubre