Viaje de Isabel Zendal en la REFV HQ_
Origen de la expedición
A fi nales del Siglo XVIII los gobernantes de los
territorios españoles de ultramar pidieron ayuda
al Rey para dar solución a la pandemia de viruela
que diezmaba sus poblaciones. Carlos IV, sensibilizado
por el problema, encargó a uno de sus
médicos de cámara, Francisco Javier Balmis Berenguer,
la organización de una ambiciosa expedición
que llevara la recién descubierta vacuna
por todas las posesiones españolas repartidas por
el mundo.
Balmis eligió a un equipo de profesionales de
confi anza, médicos, practicantes y enfermeros
de formación militar, que además de jóvenes y
entusiastas, eran disciplinados y conocedores de
las técnicas inoculatorias.
Para transportar la vacuna hasta América se
le ocurrió una manera original de llevarla sin riesgo
de deterioro, gracias a la participación de 22
niños. A los dos primeros se les inoculaba la vacuna,
transcurridos diez días se les extraía fl uido
de las pústulas ocasionadas y se lo inoculaban a
otros dos niños, y así sucesivamente hasta llegar
a América donde buscarían nuevos niños para
continuar con la cadena.
En Madrid eligió a los primeros niños y comenzaron
el viaje en diligencia hasta La Coruña, punto
de partida de la expedición. Los enfermeros
de formación militar elegidos para cuidar de los
niños eran conocedores de las necesidades sanitarias
de los duros y disciplinados soldados de
aquella época, pero no estaban acostumbrados
al trato con pequeños huérfanos rebeldes. El viaje
de seis días fue tan caótico que Balmis llegó
a replantearse la estrategia de la expedición al
pensar en el infi erno que podría suponer el viaje
en barco con estos niños durante semanas.
Al llegar a La Coruña, Balmis se dirigió a la Casa
de Expósitos para continuar con la selección de
los niños y fue aquí donde descubrió a nuestra
protagonista. Al conocerla quedó impresionado
por su personalidad y preparación, la limpieza y
orden de la inclusa, el cuidado y trato humano
hacia los niños, así como el respeto de los niños
hacia ella. Esto le llevó a cambiar sus planes hasta
conseguir la autorización Real para incorporarla
a la Expedición como enfermera.
Isabel aceptó participar en la expedición por
muchos motivos. Además del reto que le suponía
la participación en esta extraordinaria aventura
y el sueldo vitalicio que multiplicaba por diez al
que cobraba como rectora de la inclusa, aceptó
sobre todo por la oportunidad que le brindaron
de salir de aquella Galicia paupérrima, moralista
y beata, en la que se sentía continuamente señalada
por su condición de madre soltera. Un dato
importante en este punto es que en toda la documentación
referida a su hijo desde la llegada a
América aparece como “Benito Vélez”, se supone
que con el beneplácito de Balmis. Esto posibilitó
que el niño fi gurara como su hijo adoptivo, lo
que permitió que Isabel comenzara en el Nuevo
Mundo una nueva vida libre de prejuicios.
110 Armas y Cuerpos Nº 144 ISSN 2445-0359