Detalle de la entronización del Cristo de los Alabarderos durante el acto en honor de san Juan Bautista, patrón de la Guardia Real
Sin duda alguna, Juan el Bautista es uno de los
personajes bíblicos más importantes. Es el enlace
entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento;
por eso, en tiempos de Jesús, muchos de
sus coetáneos lo consideraron como si de nuevo
fuera el profeta Elías, encargado de anunciar la
venida del Mesías, el Salvador.
Esta fi gura de Juan el Bautista hace que no
solo sea la Iglesia católica la que lo venere, sino
que otras confesiones religiosas también lo celebran
y lo tienen como un personaje importante
en sus creencias. La Iglesia ortodoxa, por ejemplo,
lo venera como el último profeta y —a diferencia
de la Iglesia católica— lo recuerdan en
seis celebraciones litúrgicas, cada una de ellas
con sus diferentes conmemoraciones. Dentro del
cristianismo, tanto la Iglesia luterana como la anglicana
recuerdan en diferentes días a los padres
de san Juan Bautista.
Es interesante, a su vez, destacar cómo la secta
de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días —más conocida como mormones—,
también asigna a Juan el Bautista un lugar importante
en su revelación y su relación con el Mesías.
Los mormones identifi can a Juan el Bautista con
el profeta Nefi , que será el que prepare la venida
de Cristo. En el Libro de Mormón se dice: «Poco
después de la señal del nacimiento de Cristo, Nefi
“salió entre el pueblo ... bautizando para arrepentimiento,
con lo cual hubo una gran remisión
de pecados”». (3 Nefi 1:23).
En el islam, también Juan el Bautista es considerado
como un profeta. El islam considera que
Mahoma conoció a Juan el Bautista en el Mi´ja,
una de las tres noches en las que Mahoma subió
al cielo para alcanzar el trono de Alá. La sura 19
del Corán señala cómo Juan el Bautista fue bendecido
y Dios le dio paz, tanto en su nacimiento
como en su muerte: «Así como ternura procedente
de nosotros y pureza, y era temeroso (de su
Señor). Y bueno con sus padres, ni arrogante ni
rebelde. Paz sobre él el día en que nació, el día
de su muerte y el día en que sea devuelto a la
vida. Y recuerda en el Libro a Maryam cuando
se apartó de su familia retirándose en algún lugar
hacia oriente» (Corán, 19, 13, 16, ns).
En el arte, la representación de san Juan Bautista
aparece desde antiguo. En el arte bizantino
—y más tarde en el románico y el gótico— encontramos
lo que se denomina como déesis, donde
se representa a Cristo entronizado junto con la
Virgen María y san Juan Bautista. Desde el principio
se reconoció la importancia de san Juan Bautista
que, junto con María, intercede ante Cristo,
el Señor de la Historia, así que, sin duda alguna, el
Precursor se erige como un ejemplo de virtudes
cristianas que le han hecho acreedor de veneración,
como protector y como patrón. No extrañará,
por tanto, que en España y en varios países
de Europa y América se le reconozcan diversos
patronazgos.
De acuerdo con la Real Academia Española,
«patrón», en su primera acepción, es defi nido
como defensor y protector. Otra acepción es:
titular de una iglesia y santo elegido como protector
de un pueblo o congregación religiosa,
profesional o civil, entre otros signifi cados. El santo
patrón es tenido como modelo por aquellos que
a él acuden y es, por lo tanto, referente existencial.
El ejemplo de vida —y en muchos casos la
coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice
y cómo se actúa— hace que se ponga la mirada
en aquel que se tiene como patrón.
El mismo Concilio Vaticano II, en su constitución
dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium,
señaló la veneración que se debe tener a los
96 Armas y Cuerpos Nº 144 ISSN 2445-0359