HISTORIA DE LOS NUDOS
Y EL ARTE DE ANUDAR
Falcaceado de calabrote
La amarradura que nos ocupa hoy es una del tipo de «falcaceado» específico para los gruesos
cables de las anclas de fondeo o de las estachas de amarre.
Etimología
Este vocablo parece tener su origen en el árabe hispánico falqa y este, a su vez, del árabe
clásico filqah que quiere decir «astilla», «cuña de madera» y «tabla de protección», aunque en
la Península se utilizó como sinónimo de «aforrar los cabos con meollar o filástica». Según el
lingüista Lido Nieto Jiménez, «falcazar» aparece, por primera vez, en el Vocabulario Marítimo
de Sevilla, publicado en Sevilla en 1696 y se definía como «amarrar cualquier chicote de cabo,
un hilo de velas con diversas vueltas para que no se descolche». El marqués de la Victoria
(1719), menciona en su diccionario el término «afalcazar» con el mismo significado. Posteriormente,
el Diccionario Marítimo de Timoteo O’Scanlan (1831) vuelve a la versión original del
término «falcacear o falcazar».
Así pues, diremos que «falcaceadura» proviene del término árabe falqa o filqah en su acepción
de «aforrado de cabos», que derivó en el término «afalcazar», «falcazar» y «falcacear» y al
añadirle el complemento «de calabrote» podremos asegurar que es la ligadura que se hace al
extremo de un calabrote para evitar que se descolchen sus cordones a modo de forro de protección.
Confección y usos más comunes
Para realizarla, «se toma un pequeño cabo fino y resistente como un hilo de vela. Uno de
los chicotes, a continuación, se dobla dejando un pequeño seno amadrinado al cabo sobre el que
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