TEMAS PROFESIONALES
concibe la diplomacia sin un apoyo considerable del otro brazo de la acción
exterior, sus Fuerzas Armadas, no por casualidad las más poderosas del
mundo. Sin duda se han tomado muy en serio el dicho de Federico el Grande:
«La diplomacia sin fuerza es como hacer música sin instrumentos».
Pues bien, aunque la música será por fuerza variable al ritmo de las diferentes
situaciones, al menos conviene saber si su género será el de clásica,
jazz, popular o tal vez marchas militares, y para ello procede analizar los
instrumentos, única pista que tenemos antes de que el concierto comience. De
ellos, el más indicativo son las fuerzas navales, ya que son las más intrínsecamente
expedicionarias de todas las de defensa, y es el carácter expedicionario
el que dicta principalmente la colaboración con la diplomacia.
Como es evidente no existe una marina europea o de la Unión Europea
como tal, ni tiene trazas de que llegue a crearse en muchos años con el actual
premioso ritmo de integración en aspectos de más enjundia y dificultad que
los económicos, y desde luego el de defensa es uno de los más peliagudos.
Cada una de las naciones marítimas europeas toma sus propias decisiones
respecto a sus programas navales, sin referencia ni consideración a lo que las
otras hacen, y esto ha sido así hasta ahora.
Los estados, por mucha fe que tengan en la Alianza o en la común pertenencia
a la UE, raramente renunciarán a una capacidad específica en su
confianza de que a la hora de la verdad la proporcione un socio —la famosa
especialización, que no tiene ningún porvenir por teóricamente deseable que
sea— porque este puede fallar en el último momento, a pesar de las rigurosas
disposiciones del Tratado de Washington y de los sucesivos de la Unión Europea.
Cierto que el sistema de consenso por el que se toman las decisiones en la
OTAN y en las cuestiones de defensa en la UE se acordó precisamente para
garantizar que nadie tenga que contribuir a una operación cuyo fin no comparta,
lo que sí ocurriría en las decisiones tomadas por mayoría; pero aún así, con
los años han aparecido fenómenos como el de la abstención activa —primero
en la UE y después de manera informal en la OTAN (como se demostró con la
actitud reluctante pero pasiva de Grecia en la campaña de bombardeos a
Serbia durante la Guerra de Kosovo, 1998-1999)— que difuminan un tanto la
seguridad del compromiso.
Sin embargo, existen razones para pensar en una cierta apreciación
compartida de las necesidades navales, lo que tiene lógica a la vista de la
común situación geoestratégica y de los valores y preocupaciones comunes
proclamados y aceptados por la común pertenencia a la Unión Europea y a la
OTAN. Como prueba de ello, existen, con variable éxito, fuerzas multinacionales
combinadas con fines operativos, de adiestramiento, organizativos u
otros (EUROMARFOR, SIAF, UKNLAF, European Amphibious Initiative,
Carrier Group Interoperability, MCM Capability, BALTRON, BENL Naval
Cooperation…), programas de intercambio de personal (la Armada tiene
acuerdos con las marinas de Italia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos,
1018 Diciembre