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136 JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ LANZAROTE
político y estratégico que la zona enfrentada al curso medio y bajo del Duero.
Todos los gobernantes musulmanes de la zona, temerosos además de los
navarros y leoneses que llevaban tiempo acosándolos, prestaron obediencia
al gobernante cordobés, y el teatro de las operaciones contra los reinos cristianos
durante esta fase del gobierno de Abderramán se ciñó sobre todo a las
zonas de Álava y Burgos, es decir, Castilla y los territorios de San Esteban
de Gormaz, bajo dominio del rey leonés, y al reino de Navarra. Además de
controlar de paso zonas fundamentales de su reino, teniendo a los díscolos
nobles locales sujetos, para el emir y futuro califa cordobés, el hecho de realizar
incursiones por esta zona tenía la ventaja de que sus puntos de apoyo,
como Tudela, Gormaz o Medinaceli estaban casi en contacto con la zona
dominada por los reinos cristianos, por lo que se constituían prácticamente
en bases de partida que ofrecían la posibilidad de alcanzar fácilmente el
terreno y fortalezas fronterizas enemigas. Los leoneses no perdieron territorios
significativos en esta contienda, pero, juntos con los navarros, sufrieron
graves derrotas, tanto por la toma de castillos y poblados como en batallas
campales, que, aunque no fueron inferiores en conjunto a las que causaron a
sus enemigos, les resultaron más difíciles de asimilar que a estos, debido a
su potencial muy inferior. Centrados en la zona oriental de su reino, debieron
olvidarse de realizar incursiones sobre las tierras de la antigua Lusitania
que, además, se había endurecido por las sucesivas campañas y el apoyo califal.
Para dar mayor seguridad a la zona, el califa instaló guarniciones en las
diversas plazas, lo que le permitía proseguir sus acciones en otros territorios
a salvo de sorpresas desagradables en teatros que se habían transformado en
secundarios. Los leoneses consiguieron, ya bajo el hijo de Ordoño, Ramiro
II, derrotar decisivamente al propio Abderramán, ya califa, en Alhandega, lo
que acabó con las grandes incursiones con pretensiones conquistadoras del
califato y tuvo tal impacto sobre el dirigente andalusí que, para no repetir
el riesgo catastrófico de captura que había corrido durante el desastre, no
volvió a conducir ninguna incursión durante toda su vida.
A pesar de esta derrota, el poderío del califato cordobés hizo que la
victoria política final fuera suya. Abderramán actuó durante el resto de su
reinado como árbitro peninsular, mediando entre los reinos cristianos, aunque
sin posibilidades reales de realizar grandes campañas de conquista contra
León o Navarra.
Revista de Historia Militar, 131 (2022), pp. 136-142. ISSN: 0482-5748