LAS INCURSIONES GALAICO LEONESAS A COMIENZOS DEL SIGLO X... 87
En el plano de las actividades propiamente bélicas, la situación podría
definirse como de violencia cotidiana, que en terminología actual podríamos
definir como una sucesión de acciones de baja intensidad, con épocas
de repunte y con limitados objetivos operacionales o estratégicos, siempre
acordes con los medios disponibles. Las incursiones en territorio enemigo,
el tipo de acción más frecuente, eran llevadas a cabo por contingentes que
podían estar constituidos desde unas decenas de guerreros hasta miles de
ellos bajo mando real o de importantes nobles. Su carácter era habitualmente
estacional. El estado de paz, tal y como lo entendemos habitualmente,
no existía, ya que la falta de cohesión interna de todos los reinos, salvo la
mencionada cuestión religiosa, hacía que muchas veces las iniciativas nobiliarias
particulares o las de guerreros fronterizos deseosos de hacerse con
tierras y riquezas sustituyesen al poder del gobernante, gobernantes que, por
otra parte, casi siempre estaban deseosos de actuar contra su vecino sureño
o norteño, bien para obtener territorios y botín o para mantener a su enemigo
en un estado de impotencia, siempre relativa2.
Lo que hoy son las tierras extremeñas, en un sentido amplio, habían
estado comprendidas en la antigua provincia imperial de Lusitania, con capital
en Mérida. Posteriormente, esta misma capital fue sede metropolitana,
con un territorio de jurisdicción parecido a la antigua provincia, cuyo
nombre fue quedando, poco a poco, relegado en el olvido. Los musulmanes
establecieron un sistema territorial distinto, basado en Kuras, que, en caso
del terreno que nos ocupa, seguía teniendo la misma capital y coincidía con
otra administración fronteriza, la Marca, en este caso la denominada Marca
Inferior. Aunque inspeccionando un mapa resulte extraño, la zona situada al
sur del Tajo se consideraba frontera, pues, entre el Tajo y el Duero existía
una especie de zona de nadie.
Si bien no afectaba directamente al centro neurálgico de Al Ándalus,
que podemos considerar establecido en la cuenca del Guadalquivir, alrededor
de Córdoba, esta zona emeritense, llamémosle así por su capital, era
susceptible de recibir ataques de los reinos cristianos del norte del Duero. La
falta de población y la escasez y desorganización de los sistemas de alerta
hacía que las incursiones pudieran recorrer el terreno de separación sin despertar
demasiada alarma.
Se van a tratar las dos expediciones mayores llevadas a cabo por los
norteños, gallegos y leoneses en este caso, durante los años finales del emirato,
pronto sustituido por califato en la persona de Abderramán III. Tras
ellas, en lo que restaba de siglo, bastante tuvieron los reinos de Pamplona y
2 GARCÍA FITZ, Francisco: Ejércitos y actividades guerreras en la Edad Media europea.
ARCOLIBROS, Madrid, 1998, pp. 45-46.
Revista de Historia Militar, 131 (2022), pp. 87-142. ISSN: 0482-5748